La presidenta Claudia Sheinbaum descartó remover al director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, sin importar sus declaraciones misóginas. En la conferencia mañanera del día 23, al presentar una campaña de donación de libros, el escritor dijo: «Si partimos de la cuota, un poemario escrito por una mujer, horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de haber sido escrito por una mujer, no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria».
Y este martes 28, cuando una reportera, una mujer, le cuestionó si sus declaraciones serían motivo para remover a Taibo de su puesto, la presidenta lo defendió entre risas: «No, es un gran compañero».
Pocas horas después de la conferencia de Sheinbaum, un nutrido grupo de escritoras mexicanas se reunieron a las afueras del FCE, allá por el rumbo del Ajusco, para protestar contra el machismo de Taibo y exigir su renuncia. Sobre las declaraciones de Sheinbaum, una de ellas sentenció: «No puede ser un buen compañero un hombre machista, ni siquiera un buen amigo, un buen escritor, ni siquiera un buen funcionario».
Una lección de para la presidenta quien, desde el día de su toma de protesta, se jactó: «llegamos todas», consignando a la totalidad de las mexicanas. Hace unos cinco días, matizó: «Llegamos todas y la que no se sienta incluida, en su problema». Hoy, de plano fue defender a un misógino, el mismo que dijo «se las metimos doblada» cuando en el 2018 se aprobó la ley que permitía su elección como director del FCE, ya que es de nacionalidad española.
Entonces, ¿en cual de todas estas declaraciones se halla la auténtica Sheinbaum? ¿La que está con las mujeres, a menos que esas mujeres se metan con uno de los suyos? ¿La que disculpa a los misóginos alrededor suyo entre risas o la que abraza mujeres mayores en la calle? ¿La de «llegamos todas» o la de «es un gran compañero»? O, quizás, es las dos y lo que ocurre es que la praxis política, tarde o temprano, termina por correr la tinta con la que se firman las consignas.
