Afirma que siempre ha sido «esclavo» de los gobernadores en turno y que no es diferente ahora con Julio Menchaca Salazar. Pero que encuentra, debajo de él, a gente que quisiera que no prosperara en su carrera política, lo cual incluye sus aspiraciones a la gubernatura de Hidalgo. A pregunta expresa sobre si alguien lo quiere descarrilar, Cuauhtémoc Ochoa Fernández, confirma: «lo veo».
En el segundo capítulo de La Entrevista Desde Abajo, el senador por Morena comenta que las críticas que ha emprendido, particularmente en contra del secretario de Gobierno, Guillermo Olivares Reyna, han sido porque es «frontal» y «transparente». Al respecto, cuenta algo sabido porque así lo ha dicho con anterioridad: Hay alcaldes que han sido amenazados por reunirse con él. Además, sostiene que es objeto de «ataques» en los medios de comunicación, pero que prefiere no reclamar, no contraatacar; que prefiere responder «con trabajo», asegura.
¿Sobre su relación con Miguel Osorio? Que lo respeta, pero que no está «detrás» de él. Que lo conoció cuando ambos eran diputados federales, ambos por la coalición PRI-Verde y que de ahí «invitó a trabajar»; que algo le vio para después llevarlo a su administración en el Gobierno de Hidalgo, primero como secretario de Turismo y luego en la siempre estratégica y millonaria secretaría de Obras Públicas. Que le guarda «respeto», pero que no le ordena, dice. ¿Y sobre su relación con Jesús Murillo Karam, condenado por su participación en la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa? Que también lo respeta. ¿Que quien lo invitó a ser subsecretario de Medio Ambiente en el sexenio de Enrique Peña Nieto? Osorio no, dice, sino el propio expresidente. ¿Y sobre su relación con Adán Augusto López Hernández, vinculado al grupo «La barredora» de su exsecretario de seguridad, Hernán Bermúdez Requena? Que le tiene agradecimiento. En fin, que se ha hecho a sí mismo.
Y sin embargo, a pesar de su larga trayectoria en el sistema priista, pone en su defensa que nunca perteneció al PRI, sino al Partido Verde, su más fiel aliado en Hidalgo a lo largo de las décadas, hasta ahora, que está asociado a Morena –aunque no en el estado, de momento–, lo cual le ayudó a dar el brinco a la costa guinda. Al respecto, cuenta que el político poblano Ignacio Mier lo invitó convertirse en morenista, partido por el cual es senador y sí, aspira a ser su candidato a suceder a su otrora contrincante, Julio Menchaca Salazar. Aunque afirma, en la más clásica retórica tricolor: «ni me descarto, ni me encarto».
Aunque sin duda se encartará. Ya si la ley determina que la sucesión será para un hombre, él se apuntará. Y si fuera para una mujer, seguramente lo hará a través de una aliada, en este caso, la exdiputada local Lisset Marcelino Tovar quien, por cierto, estuvo presente en esta entrevista como observadora y, quizá, como futuro testaferro de sus aspiraciones. Es a ella a quien parece encomendar su flanco más débil: su deslegitimación ante las bases de Morena que no olvidan su trayectoria con Osorio, con Murillo, con Peña Nieto; o sea, con el más rancio priismo. No parece ser suficiente, pero lo intentará; es más, ya lo está intentando.


