Cuando hablamos del establecimiento del principio de la igualdad, nos referimos al “derecho a un igual acceso a las libertades básicas y protecciones características de una ciudadanía democrática”, por ello debemos seguir trabajando por una justicia distributiva, entendida como un terreno en el que la igualdad se formula como un mecanismo de redistribución de riqueza, ingresos y bienestar.
Este debate de la igualdad entendida como reducción o eliminación de la brecha de ingresos entre clases sociales o la reducción en las disparidades de los índices de calidad de vida sigue siendo una prioridad para la filosofía política, y dista mucho de considerarse resuelto.
Cuando hablamos de discriminación lo hacemos en términos de distinción o diferenciación hacia una persona o u grupo de personas, ya sea por su origen étnico, color, nacionalidad, idioma, religión, opiniones, o preferencias sexuales, entre otras; con la intención de socavar, limitar o menoscabar los derechos y la dignidad de las personas.
Esta situación se ha dado en todos los tiempos en diferentes grupos sociales, es decir, la discriminación no es un problema privativo de un país o grupo social, etc. La discriminación es un asunto histórico y presente.
Antaño se “justificaba la discriminación y la subordinación de los bárbaros y de las mujeres, argumentando que estos grupos carecían del rasgo que vuelve civilizado al ser humano, es decir el uso pleno de la razón”. Así los principales dogmas religiosos han pretendido justificar discriminación distinguiendo entre fieles e infieles, entre poseedores y carentes de fe, y en consecuencia, entre normales y anormales, y superiores y e inferiores”, dogmas hoy carentes de sentido en sociedades civilizadas.
Si bien, el tema de la discriminación no es nuevo, si lo es la búsqueda de su erradicación, como lo fue el rechazo universal al régimen nazi, que propugnaba por una raza superior “la aria”. Esto permitió al mundo moderno ver que una sociedad supuestamente civilizaba, cometió (y puede cometer si no se establecen límites), las peores atrocidades y violaciones a los derechos humanos. Por ello debemos estar comprometidos en defender políticas que reconozcan y protejan la diversidad de los seres humanos.
La Discriminación en México.
Autores como Guillermo O’Donnell, (2004) hablaban de una gran paradoja en la mayor parte de las democracias de Latinoamérica. Lo anterior con base al hecho que si bien la ciudadanía cuenta universalmente con derechos efectivos, en algunos casos se carecía de verdaderas garantías para el goce efectivo y seguro de los derechos universales de libertad.
Esto nos motiva a seguir trabajando por la erradicación de la desigualdad, que va de la mano de la discriminación.
Hoy México está cambiando, nuestra sociedad está cambiando. Por tal motivo, la Voz Ciudadana se manifiesta, por el impulso de políticas emanadas de los gobiernos federal, estatal y municipal, en favor de un crecimiento sostenido capaz de disminuir la pobreza y la desigualdad.
México avanza en la garantía del derecho a la No discriminación.
La ciudadanía y la sociedad mexicana en general dispondrán de mayores herramientas institucionales para combatir la discriminación. El Senado aprobó reformas que otorgarán mayores facultades al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) para reforzar sus mecanismos de actuación en la protección y defensa del derecho a la igualdad y la no discriminación.
Además, es un paso hacia la formulación de una Ley General para Prevenir y Eliminar la Discriminación en México, lo cual es viable en el contexto del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 formulado por el Gobierno de la República, con la cual se dotarían de mayores herramientas jurídicas a la ciudadanía mexicana para hacer respetar su derecho a la no discriminación en los tres niveles de gobierno.