Por: Román Hernández Genis / Desde Abajo
Algunos millones de mexicanos volverán a despertar al crudo invierno de los criterios ideológicos en el ámbito de la educación (y seguramente en muchos otros mas también), ahora que se están definiendo prioridades a través del presupuesto de la federación.
Quedarán rápidamente en el olvido (mucho más que en el sexenio de Fox), las huecas promesas de fortalecer la educación y todo lo que ello conlleva. Calderón está ansioso de que el tiempo no se le pase y rápidamente muestra sus cartas, aunque ingenuamente en el discurso trata de ocultarlo. La educación NO es una prioridad.
El presidente de la Comisión de presupuesto de la Cámara (de cuyo nombre prefiero no acordarme) y del cual sale sobrando decir que es panista, ha dicho, luego de saberse del recorte presupuestal a la educación, a la educación superior en primer lugar, y a la UNAM en primerísimo lugar, “¡Qué bueno!, porque así habrá mayores posibilidades de que los jóvenes estudien en verdaderas instituciones de calidad».
¡Qué claridad de conceptos! Por eso me cae bien Calderón y su equipo, por claros y concisos. La línea divisoria entre las ideas de la élite gobernante y la mayoría de la sociedad quedará más nítidamente establecida. Y además es bueno que sea desde el principio. Por ello no pudieron rebajarse el sueldo más allá del 10{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd}. Por eso el secretario de gobernación es un represor de quienes se atreven a protestar contra la globalización tal y como ellos la entienden. Por eso encabeza la SEP, no un distinguido miembro de sector educativo, sino una hábil manipuladora de los beneficios sociales que el presupuesto puede proveer.
La idea que el modelo Tec de Monterrey (o la Ibero, o la Anáhuac, o el ITAM, o . . .) es el que hay que seguir, había escondido desde siempre dos ideas centrales tras el “ansia» de la eficiencia. La educación es ante todo un negocio, y como tal no necesita de la investigación científica (tal vez sólo de la policiaca), no da seguridad en el empleo a nadie (ni a sus más altos directivos) y sólo es necesario becar a quien tenga muy altas calificaciones (una nueva élite). Y por otro lado la educación es una gran formadora (o conformadora) de conciencias. Se ha venido imponiendo la vertiente del “espíritu empresarial» en el ámbito educativo y si bien eso no es del todo negativo, se vuelve, para decirlo en sus propias palabras, monopólico, impidiendo que se exploren y desarrollen otras vertientes de la actividad humana en la búsqueda de soluciones a la problemática social. Pretenden que el espíritu empresarial está dominado por el lucro.
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