por David Ordaz Bulos / Desde Abajo
. La miseria objetiva de la vida social no es, en efecto, más que el pálido reflejo de la vida interior.
E.M. Cioran
Retomando las ideas de la Ética del posdeber de Lipovetsky1, quien con ella define los rasgos característicos esenciales de nuestra época, en una sociedad que repudia el deber austero e integral y paralelamente corona los derechos individuales a la autonomía, el deseo, el confort y la felicidad.
Ética elegida a la medida de la conveniencia que no ordena ningún sacrificio mayor, ningún arrancarse de sí mismo. Lejos de oponerse frontalmente a la cultura individualista, el efecto ético es una de sus manifestaciones ejemplares.
Ética de moda, elemento esencial de la mercadotecnia y la parafernalia new age, aterriza en el plano individual, uno de sus mayores terrenos de identificación. En constante alusión discursiva la ética del yo, se disuelve entre múltiples frases como: “Haz valer tu voz”, “¿Tienes el valor o te vale?”, “Superación sin límites”, “Las cosas como son”, “Se autentico”, “Vive la experiencia”, etc.
Mensajes pregonados todos desde medios informativos, instituciones oficiales, partidos políticos, bancos, o grandes consorcios empresariales, encontrando en ellos el aliento de grandes virtudes, con un trasfondo desde luego hueco.
En ese sentido, Foucault decía que “no hay que enorgullecerse demasiado de los esfuerzos que hoy se hacen por reconstruir una ética del yo”, inmersos en una cultura estéril para darle contenido.
Sin embargo, y ante las circunstancias sociales actuales, aparece la necesidad fundamentalmente política de articular la ética del yo. Entendiéndola como técnicas, prácticas y saberes del sujeto que determinan su identidad, trascendencia y relación con los otros y el mundo.
Donde se vuelve interesante hablar sobre el concepto de – gubernamentalidad – que abre una ventana hacia un panorama basto desde donde reorientar la política. Ya no desde el control político, vertical en la relación Estado – ciudadano, sino desde el conocimiento y autocontrol regulado e inculcado al interior del sujeto, por las diferentes esferas de la sociedad: Estado, familia, escuela, etc.
Gubernamentalidad vista como un campo estratégico de relaciones de poder, más allá de los esquemas tradicionales de la teoría política y el poder, que reducen el concepto de sujeto a “sujeto de derecho”.
Gubernamentalidad que cambia la mirada al “sujeto de derecho” por la mirada al “sujeto y la relación consigo mismo”. Donde Foucault dirá que “No hay otro punto primero y último, de resistencia al poder político que en la relación de sí, consigo mismo”.
Donde las relaciones de poder – gubernamentalidad – gobierno de sí y de los otros – relación de sí consigo, constituyen una cadena, una trama, y que es ahí, donde es posible articular la cuestión ética y la cuestión política.
Entonces, la relación con uno mismo tiene que ver con aquel – arrancarse de sí mismo – mencionado al principio, relacionado con: congruencia personal, vencer las propias pasiones, mostrar firmeza ante la adversidad, resistir tentaciones, fijarse como objetivo el propio espíritu y estar listo para morir.
Análisis desde donde vemos las recomendaciones de Sócrates a los jóvenes por “Ocuparse de si mismos” para después poder dedicarse al ejercicio del poder. Donde “No se puede gobernar a los otros, no se les puede gobernar bien, si uno no se ha ocupado de sí mismo”.
Ocuparse de uno mismo. Punto interesante desde donde enfrentar la pobreza de la realidad política actual que nos consume y sobre todo para mirar las alternativas de pensar, concebir y sobre todo hacer política. No partiendo ya de la desgastada ciudadanía sino, desde nuestra propia naturaleza.
elmedium404@hotmail.com
Referencias:
1 http://www.desdeabajo.org.mx/wordpress/?p=2438-
– Foucault, M. (1982). La hermenéutica del sujeto. México. FCE. 2005.
– Lipovetsky, G. (1992). El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos. Barcelona. Anagrama.