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viernes, agosto 8, 2025

Rehabilitarán la Plaza Independencia y el Reloj, pero ¿y la culpabilidad de Eleazar García y Francisco Olvera?

El pasado cinco de agosto se cumplieron catorce años del decreto que declaró «área protegida» a la Plaza Independencia y el Reloj Monumental de Pachuca. Eso fue cinco años antes de que el exalcalde capitalino, Eleazar García Sánchez, en contubernio con el gobernador Francisco Olvera, destruyeran la imagen y la vocación de la zona, y pusieran en riesgo los cimientos de nuestra centenaria construcción.

Ocurrió el cinco de agosto de 2011 cuando la presidenta municipal interina, Geraldina García Gordillo, presentó ante el cabildo de la ciudad el Dictamen número SGM/DJ/605/2011 para la declaratoria de la Plaza y del Reloj como «zona protegida». En su artículo cuarto, el documento estableció que el lugar estaría «sujeto a conservación»; es decir, que se trataría de un monumento protegido por las Leyes nacionales sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Históricas y Artísticas, así como por la Constitución Política del país y los Tratados internacionales. De tal modo, cualquier «obra pública o privada» que se pretendiera hacer ahí, debería contar con el permiso de la Secretaría de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Ecología, de la Secretaría de Desarrollo Humano del Municipio, así como del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del Comité para la Conservación y Preservación del Centro Histórico de Pachuca. Se entendía también que no se podía alterar ni arriesgar lo que ya es de interés municipal, estatal y nacional.

Por si fuera poco, un año después, en noviembre de 2012, el Gobierno federal publicó la declaratoria de la Plaza Independencia y del Reloj Monumental como «Patrimonio artístico», lo cual también hacía competente al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) todo lo relacionado a la zona. Ahora también se requeriría permiso de esta institución para cualquier obra, no sólo sobre el Reloj, sino también sobre la Plaza y la Avenida Independencia que le rodea, lo cual incluye al edificio del antiguo banco del estado, la pérgola elevada para los conciertos de la Banda Sinfónica del Estado, datada en 1872 y, por supuesto, las bancas de cantera, todo ello de construcción neoclásica.

Con todo y eso, en el 2013, el entonces alcalde Eleazar García anunciaba la construcción del Centro Cultural El Reloj, como parte de las obras de «revitalización» de la Plaza Independencia. Los resultados son conocidos. Destruyeron más de siete mil metros cuadrados de la plancha del lugar, talaron más de 20 árboles, destruyeron a martillazos las bancas de cantera y lo mismo comenzaron a hacer con la pérgola histórica y la hubieran destruido de no ser por la intervención del INBAL, que no dio permisos para cometer tal aberración. No obstante, si alcanzaron a pulverizar algunos escalones y elementos de la fachada del inmueble.

Justificaron la destrucción de la Plaza aludiendo que los árboles constituían supuestos riesgos de peso y humedad. Lo que querían realmente era escarbar para iniciar la construcción del denominado «centro cultural» y elevar el techo del estacionamiento subterráneo. En eso constituía la primera etapa del proyecto. Tiraron todo, a espaldas del INAH, del INBAL y del Comité para la Conservación del Centro Histórico, que para entonces no habían emitido ni una línea de permiso sobre el proyecto. Es más, el Comité había expresado públicamente su preocupación por la iniciativa y advertía que ésta ponía en riesgo la estabilidad y la seguridad de la plaza y del Reloj. «No están claros los criterios», señaló. Sólo el Fondo Nacional de Turismo (FONATUR), de la Secretaría de Turismo federal, dirigida por Enrique de la Madrid Cordero, había dado sus «permisos» y un presupuesto de 50 millones de pesos (que terminarían siendo 90, al final de las obras) para tal cosa. Incluso, en agosto de 2015, el director del comité de seguimiento de obras del Ayuntamiento, Luis Corrales Vivar, reconoció que no existían permisos para la segunda y tercera etapa de la destrucción; es más, que no se tenían listos ni los proyectos de diseño. Sin embargo, las obras continuaron. Y en marzo de 2016, Eleazar García, Francisco Olvera y Enrique de la Madrid (y no se olvide la complicidad del nombrado «cronista» Juan Manuel Menes Llaguno) inauguraban el Centro Cultural El Reloj sobre las ruinas de la Plaza Independencia.

Las consecuencias de todo ello son conocidas hoy. Destruyeron la plaza y su patrimonio artístico y ecológico. Pusieron en riesgo la estabilidad de la torre monumental. Reemplazaron todo con materiales de granito de tan baja calidad, que antes de los tres años ya se habían partido las losetas. Actualmente, no se puede caminar sobre el lugar su caer en un hoyo o tropezarse con el filo de una piedra salida entre las hendiduras del piso. Y, por si no fuera suficiente, el Centro Cultural El Reloj, fracasó. De su ludoteca y área de esparcimiento, nada queda. Sus cristales están polvorientos, rotos, grafiteados y todo ahí dejó de funcionar definitivamente desde los tiempos de la pandemia. Es un elefante blanco, una violación de los decretos de protección, a las leyes sobre monumentos y un robo al erario. Y los culpables tienen nombre: Eleazar García Sánchez, Francisco Olvera Ruíz y Enrique de la Madrid Cordero.

Eleazar García, Enrique de la Madrid y Francisco Olvera, inaugurando el Centro Cultural El Reloj. FOTO: Archivo.

Ahora que el gobernador Julio Menchaca Salazar anunció una nueva intervención sobre el lugar para rehabilitar los daños en la plaza Independencia y el Reloj Monumental, valdría la pena revisar también la legalidad del proceso que concluyó en su destrucción. Porque no basta con resarcir, hay que deslindar responsabilidades. Hay que denunciar a Eleazar García, Francisco Olvera y Enrique de la Madrid y que las autoridades judiciales determinen su culpabilidad y, en su caso, los haga pagar por el daño que le causaron al patrimonio del pueblo hidalguense. Y dicho sea de paso, cuidar que en la presente iniciativa de rehabilitación, en la cual ya se erogaron veinte millones de pesos en estudios, se le cuiden las manos a esos que están siempre prestos en hacer negocios con la obra pública y las proveedurías. Que no se cometan los mismos errores de hace diez años.

Luis Alberto Rodriguez Angeles
Luis Alberto Rodriguez Angeleshttp://luisalberto.mx/
Periodista y escritor. Premio Nacional de Periodismo en derechos humanos "Gilberto Rincón Gallardo" 2009. Doctor en Investigación y Creación Literaria por Casa Lamm.

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