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jueves, agosto 21, 2025

La 4T, bien llevada, también es prosperidad para el sector empresarial. AMLO lo logró

El conservadurismo nacional aún no sale del asombro causado por las cifras de reducción de la pobreza logradas durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador: más de 13 millones. Y no salen, porque por décadas repitieron la cantaleta de que, si subía el salario mínimo, subía la inflación; pero con AMLO, el mínimo salarial aumentó casi un 300 por ciento, pasando de 88 pesos en 2018, a 248 pesos hacia el final de su gobierno. ¿Qué pasó? Pues que las fórmulas neoliberales estaban equivocadas y el presidente demostró que hay prosperidad si se atiende a las personas más empobrecidas y que, esa prosperidad, también incluye a la iniciativa privada.

En economía, las cosas son más simples de lo que aparentan las fórmulas matemáticas. Y el éxito de AMLO se debió a una cosa: si llueve abajo, llueve arriba. Algo que derrumbó el mito de que «si llovía arriba, goteaba abajo», que servía más bien como pseudoargumento climático para justificar la explotación y, en consecuencia, la creación de oligarquías —en efecto, esas que mandaron en México desde mediados del siglo XX y que enquistaron semejante tontería argumental emanada de la Escuela de Chicago—. Pero, además de cambiar el clima económico, el humilde politólogo hecho en la UNAM les ganó a los neoliberales la partida en su propio terreno mediante la básica teórica de que el gasto depende de los ingresos; o sea, si la gente tiene dinero, la gente va a comprarle cosas a las empresas; empresas que, a su vez, necesitarán emplear más fuerza de trabajo, fuerza de trabajo que producirá más riqueza. O lo que es lo mismo: ganancias para todo el mundo.

Además de aumento del salario mínimo, llegaron los programas sociales como las becas, las pensiones, los apoyos económicos, el acceso directo a los programas y un ambiciosísimo plan de construcción de infraestructura que le puso un turbo a la industria industrial y manufacturera, más todas las que dependen de éstas, como las del transporte. Dinero y más dinero bienhabido para las personas, constituido en trabajo y derechos sociales, los cuales, en primera instancia, se tradujeron en un desarrollo económico innegable.

Seguramente AMLO leyó algo de la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero de John Maynard Keynes en su paso por la Facultad de Ciencias Políticas. Y es posible que, gracias a eso, haya aprendido que el capitalismo necesita ser regulado; que no existe tal cosa como que el mercado se manda solo y que, sí, el Estado necesita de la iniciativa privada para invertir en bienes y servicios que empleen fuerza de trabajo, lo cual le permite a la clase trabajadora producir la riqueza, la cual, a su vez, impulsa al mercado. De hecho, la inversión privada con AMLO fue superior al 19 por ciento, algo que no se había visto desde los últimos cinco sexenios. Y el empleo subió un 30 por ciento, con respecto a lo hecho por Peña Nieto; es decir, con Andrés Manuel se crearon más de un millón de empleos por año. Una locura de éxito. Y un círculo virtuoso basado en justicia socio-económica donde hay bienestar para todas las personas. Todas.

De tal modo se probó la viabilidad de una de las principales tesis de AMLO y de la Cuarta Transformación: «Por el bien de todos, primero los pobres». Esta ya no es una consigna, sino una tesis probada en cifras y realidades. Al hacer suya la iniciativa privada esta bandera, está asegurando para sí las condiciones para hacer más grandes sus negocios. La izquierda que impulsa la 4T les brinda seguridad socio-económica, poder adquisitivo, demanda agregada, gasto púbico, inversión y estabilidad financiera. Algo que nunca tuvieron en los gobiernos neoliberales, donde todo era saqueo y «dejar pasar».

Luis Rodríguez Ángeles
Luis Rodríguez Ángeleshttp://luisalberto.mx/
Periodista y escritor. Premio Nacional de Periodismo en derechos humanos "Gilberto Rincón Gallardo" 2009. Doctor en Investigación y Creación Literaria por Casa Lamm.

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