Alejandro Encinas es de los pocos, sino el único político en el que se puede confiar dentro del sistema político mexicano. Y de no ocurrir una turbia maniobra que le impida jurídicamente presentarse como candidato, se confirmará que será la opción de la izquierda al gobierno del Estado de México, y esa, es una excelente noticia desde diversos puntos de vista.
Su militancia partidaria comenzó y permaneció en las filas del Partido Comunista Mexicano, desde donde participó activamente con base ideológica marxista y como economista, brindó interesantes propuestas a las posturas políticas como la reforma electoral de 1977 que brindó legalidad a este antiguo partido, fundado en 1919, antes incluso que se fundará el Partido Nacional Revolucionario de Plutarco Elías Calles. De ahí transitó a las alianzas y reformas organizativas del PCM, que lo convirtieron en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y luego al Partido Socialista Mexicano (PSM), que en 1989 cediera su registro para la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), junto a la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas.
Su constancia militante lo llevo a ser el suplente en la histórica diputación que encabezó el líder ferrocariilero Demetrio Vallejo bajo las siglas del PSUM, curul que heredó al asaltar la muerte a éste luchador social en 1985. Es decir, Encinas se ha destacado como congruente político de izquierda, surgido de las bases, y no con componendas como muchos otros que habitan la jungla electoral a los que un día se les ve con colores de un partido, y al siguiente con otro.
Si algo ha de distinguir la elección por la gubernatura mexiquense, es que en ese reducto de territorio nacional se estará llevando a cabo un primer laboratorio de lo que serán las elecciones presidenciales del 2012. De modo que lo que en el Estado de México se decida, sentará un precedente sobre el tipo de nación al que este país aspira a ser: el continuismo en el poder de un grupo de políticos, empresarios y religiosos que han llevado al deterioro nacional representados por su figurín estelar en turno, Enrique Peña Nieto; o la construcción de un México distinto, donde prevalezcan el respeto a los derechos humanos, el bienestar del patrimonio nacional, social y económico y el fin del régimen de privilegios del que gozan quienes han sembrado sangre en cada calle de cada ciudad en México.