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martes, abril 16, 2024

El cristo de Huapalcalco

por Pablo Vargas González / DESDE ABAJO

A finales de marzo se puso la primera piedra para construir un monumento con la imagen de Cristo en el cerro de la Mesa, en Huapalcalco, municipio de Tulancingo, Hidalgo, en donde se encuentran el sitio arqueológico de gran importancia para la historia de Hidalgo y del país. Esto podría constituir un mal ejemplo de la política del actual gobierno estatal que integró en una secretaría turismo y cultura.

Las autoridades municipales se adelantaron a todos los procedimientos en la materia, incluyendo las consideraciones sobre lo que significa la cultura prehispánica, pero sobre todo a las comunidades y organizaciones civiles y culturales del municipio. Se sabe que la delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no ha dado la autorización correspondiente para construir nada en esa zona.

El objetivo de grupos afines a la iglesia católica, que tienen una influencia en Tulancingo, y desde luego con las autoridades municipales pretenden edificar un Cristo similar al de Pachuca, es decir una obra monumental de más de 55 metros y convertirla en atracción turística.

Todo ello sin considerar los impactos en la zona arqueológica de Huapalcalco aún no se han realizado los estudios sobre la ubicación, y sin haberse realizado los trabajos y estudios relacionados con que si podrían dañar algunos vestigios del sitio arqueológico local.

Son de relevancia los argumentos planteados por el Consejo para la Conservación del Patrimonio Ecológico y Cultural del Valle de Tulancingo A.C. (COPECUT) en que la zona arqueológica de Huapalcalco, es de gran importancia para la cultura nacional, ya que es un lugar donde se desarrollaron culturas prehispánicas como la Teotihuacana y Tolteca con una ocupación de 11 mil años de nuestra era y que desde hace 70 años sufre del saqueo, invasión y una brutal destrucción de parte de los colonos asentados en el sitio llegando incluso afectar la superficie definida por el Instituto de Antropología e Historia (INAH) como “mínima a resguardar”.

Los miembros de la organización protectora ponen el dedo en la llaga: A pesar de la importancia que tiene Huapalcalco las autoridades del INAH, institución encargada del resguardo y protección del patrimonio arqueológico, han incurrido constantemente en negligencia, haciendo caso omiso a las denuncias de la sociedad civil y permitiendo todo tipo de construcciones afirmando que no existen vestigios que “valgan la pena “y pretende reducir aún más la zona mínima.

Así se han perdido grandes montículos, plazas, templos y grandes talleres de obsidiana e información histórica. En Huapalcalco apenas se ha explorado un 10 por ciento, si continúa la destrucción sistemática del lugar pronto no quedara información disponible de este ancestral lugar.

Hoy el sitio se enfrenta a nuevas amenazas; como la de la construcción de un “Cristo monumental” sobre el cerro de la Mesa , lugar cercano a la zona mínima de resguardo, obra que dañaría aún más el entorno y contexto Histórico ya que en los cerros de La Mesa, Huiztli y Napateco persisten vestigios prehispánicos y prehistóricos, además estos cerros han sido decretados dentro de la Zona de Reserva Ecológica y Forestal de las Cartas de Síntesis de Desarrollo Urbano, publicadas el 8 de octubre de 1987, y en este lugar floreció Huapalcalco y que en siglo pasado el cerro de la Mesa era conocido como “el Cerro del Brujo”.

La ciudadanía no está en desacuerdo en que se construya la imagen religiosa, sino que se respete y se proteja el patrimonio cultural de la región, de México y que también es de la humanidad. La conquista española se produjo devastando la cultura mesoamericana imponiendo templos católicos sobre lugares sagrados de los mexicanos. Huapalcalco ha sobrevivido 416 años a la conquista española y en los últimos 70 años se ha acelerado su destrucción.

No se puede permitir que una visión empresarial afecte la historia y el ambiente. Este sería un mal ejemplo y no sería la ruta para emprender la conjugación entre turismo y cultura. Por el contrario, se requiere una visión que integre armónicamente el respeto a la cultura nacional y la promoción turística. Este es un dilema del que estaremos atentos. Las autoridades (municipio, estado, federación) deben de actuar conforme a los reglamentos pero también con el compromiso mínimo de responsabilidad frente a la sustentabilidad ambiental y cultural, que demandan las generaciones de hoy y las venideras.

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