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jueves, marzo 28, 2024

La violación a cinco españolas

Luis Walton sintetiza lo que los hombres del poder piensan, por eso no cesa la violencia contra las mujeres, porque programas, acciones, instituciones, van y vienen, pero realmente ninguna autoridad se ha comprometido a parar este horror y simulan. En su fuero interno piensan “y qué más quieren estas viejas”.

por Sara Lovera

El ataque criminal y la violación sexual a cinco turistas españolas la madrugada del 5 de febrero en un búngalo de la Colonia San Andrés del poblado Alfredo B. Bonfil, muy cerca o pegado al puerto de Acapulco, Guerrero, ha sacado a flote hechos y situaciones que hemos documentado en los últimos 30 años. Pero sobre todo ha puesto en claro la miseria humana e ideológica de quienes nos gobiernan.

La frase del presidente municipal Luis Walton de que esto sucede en todo el mundo, en ese tono de “no le echen mucha crema a sus tacos”, reveló de cuerpo entero lo que son y piensan los personajes del poder, sobre una realidad que vivimos las mujeres y que les importa bien poco.

Para quienes se colocan en la esfera del poder real y tienen en sus manos la posibilidad concreta de mitigar y no sólo combatir sino erradicar la violencia, todas las violencias, incluyendo la sexual, resulta insultante que les parezca natural, sobre representado o insustancial un hecho como el sucedido a las turistas españolas.

Luis Walton hace casi nada era el dirigente del ahora partido Movimiento Ciudadano, antes Convergencia, el partido “Naranja” que fundó el ex gobernador de Veracruz, Dante Delgado.

Walton, un recio hombre común, autoritario, sin sensibilidad política ni social, como dirigente de ese partido, fue el primero en resistirse a que las mujeres en ese partido de “izquierda” pudieran desarrollarse. Fue el principal dique para crear un movimiento nacional de mujeres al interior del partido naranja; responsable de hacer triquiñuelas para evadir la ley en lo que se refiere a la obligación de los partidos a promover el liderazgo femenino.

Cuando pretendía llegar a la posición que hoy tiene, siendo precandidato, un grupo de ingenuas le organizaron una gran reunión con mujeres indígenas. Enorme, como de tres o cuatro mil mujeres. Él lo desestimó y su partido hizo caso omiso de tal promoción. Acusó a las organizadoras de confundir su partido, casi familiar y como sabemos, pretender quién sabe qué, para quitar algo, porque ahí sólo hay cierta clase de negocios que se hacen para encumbrar a los menos y no hacer realmente política, menos social, menos comprometida y mucho menos con perspectiva de género, como se dice.

Se sirvió de ellas. Y ellas, en esas instancias de género que existen en los partidos, nunca tuvieron recursos, ni reconocimiento. Todo lo contrario.

Por eso no me llama la atención que esa expresión haya “indignado” a tantas personas y sobre todo que ha generado expresiones de muchos comunicadores televisivos dándose golpes de pecho, porque consideran esto “horrible e inaceptable”. Y lo es, pero ellos no lo sienten.

Durante años hemos llevado la cuenta, que ahora también se coloca como noticia: 15 mil denuncias anuales de violación en este país, donde no se investiga o muy poco y dónde la mayoría de los responsables están libres. No hay justicia, pero eso no altera las conciencias, sólo que ahora se trata de un asunto mediático, tanto en México como en España, tanto que los diarios españoles están sorprendidos y reclaman; tanto como las autoridades consulares españolas y lo que genéricamente llamamos opinión pública.

La violencia contra las mujeres es un hecho real que crece, que afecta a todas las mujeres, que ha arrancado en los últimos lustros una docena de leyes, decretos y modificaciones a los códigos penales, pero que sin embargo no disminuye, no hay seguridad para las mujeres, no existe una verdadera y creciente indignación. Menos se trata de un asunto de Estado o prioritario para la tan llevada y traída vida democrática de México.

También escuché a algunos “opinadores” que esto que ha sucedido, no es admisible y que nos parecemos a países tan allá, lejanos, y raros, como la India o los países musulmanes.

Pero qué es cierto. Que teniendo todo el conocimiento de lo que sucede, 15 mil denuncias, una cifra negra que podría duplicar los atropellos, que sabiendo que las mujeres son violentadas sistemáticamente en un proceso que se llama violencia feminicida y que en muchos casos resulta en homicidios, casi 2 mil al año en México; que teniendo en sus manos tal vez unos 200 manuales de cómo prevenirla, tratarla, atenderla, disminuirla y buscar su desaparición, se resisten a reconocer a las mujeres como iguales y con las mismas oportunidades.

Hay una lista infinita de expresiones privadas y públicas de las personas con poder que son idénticas a ésta que resulta ilustrativa, la del macho cabreo, fortachón y elemental de Luis Walton, un dirigente sin historia y con mucho dinero. Un ejemplo de lo que son los mismos que ahora se golpean el pecho. Basta con mirar las declaraciones de los dirigentes de todos los partidos, todos ellos haciendo trampas para no promover a las mujeres, disminuyendo los presupuestos en las Cámaras en los asuntos de la mitad de la población.

Algunos han pretendido incluso cambiar las leyes. Otros ponen a mujeres incondicionales en los puestos ahora conocidos como de género, los mismos que se opusieron a que por ley se consideren a la violación y al abuso dentro del matrimonio.

Todavía recuerdo que en Colima, hace muchos años, cuando Griselda Álvarez fue gobernadora, los hombres se organizaron para poner obstáculos a lo que sería el primer acto de gobierno que reconocía la violencia contra las mujeres. Y echaron piedras y jitomates a la primera institución que sólo pretendía atender a las víctimas.

Qué decir de las enormes dificultades para conseguir las normas de atención sanitaria en las instancias de Salud para las mujeres violentadas. Ni qué decir de quienes se desde el poder minimizan las dificultades familiares, donde las mujeres reciben discriminación y castigos.

Ahora en esta orquesta de vanidades, porque el tema es que se trata de cinco españolas, ya hablan de lo mal que queda el país, de lo feo que es tener una imagen tan deplorable, son los mismos que propician en sus medios de comunicación el trato indigno y disminuido de las mujeres. Total son las reinas del hogar, pero son las esclavas de sus apetitos más inconfesables. Esos medios propician la trata, el desprecio por las diputadas y se han encargado de ofender, disminuir, mal tratar a las mujeres políticas.

La violencia contra las mujeres impide que ellas, nosotras, tengamos la posibilidad de acceder a nuestros derechos, escritos en papel, pero derribados una y otra vez en la práctica cotidiana. Yo diría que estamos en presencia, una vez más, sólo de discursos y simulación. Nada concreto.

Hay quienes escriben que se acaba de hacer un estudio, y que es sorprendente. Mentira. Recuerdo hace 30 años que Rafael Ruiz Harrel, un eminente investigador y uno de los primeros encuestólogos, decía que sólo se denuncia una de cada cinco violaciones y que este era un asunto de Estado.

Los organismos internacionales han documentado prolijamente este gravísimo problema. Tres de cada 10 mexicanas han vivido escenarios de violencia. Y eso es cierto, todo mundo lo sabe, pero todo mundo lo olvida.

Un locutor de esos que todas y todos conocemos, se sorprende porque no hay una reacción, fíjense ustedes, “de las mujeres frente a los hechos de Acapulco”, como si hubo, recordó, una movilización en la India recientemente. ¿Será? Es un tipo ignorante. Las mujeres hemos salido a la calle, con el silencio de los medios, desde hace décadas, reclamando el cese de la violencia contra las mujeres, nos hemos sumado con lápiz en mano a armar leyes, a modificar otras, a llevar los casos tanto a la Suprema Corte como a los organismos internacionales, sólo que no hay eco en los medios televisivos e “importantes”, para entrar al problema y coadyuvar a reconocerlo y enfrentarlo. Los políticos responsables se hacen que la virgen les habla.

Luis Walton sintetiza lo que los hombres del poder piensan, por eso no cesa la violencia contra las mujeres, porque programas, acciones, instituciones, van y vienen, pero realmente ninguna autoridad se ha comprometido a parar este horror y simulan. En su fuero interno piensan “y qué más quieren estas viejas”.

No hace mucho que el periódico El País recodaba al nuevo gobierno de México, que nuestro país es uno donde ser mujer es vivir en las peores condiciones, entre el número 15 y 18, sólo por arriba de los países musulmanes. Y también ese diario español ponía como ejemplo de la falta de dignidad a las mujeres, que las trabajadoras de Televisa que informan sobre el tiempo, se las presenta como un objeto sexual más que como una profesional.

Walton debería avergonzarse de sus palabras realmente y encontrar esta vez a los responsables del crimen contra 14 personas, 6 mujeres –ojo una no ultrajada- y 7 hombres, a quienes se les amenazó, robó, ultrajó impunemente, porque “esto pasa en todo el mundo”, es decir, no hagan olas.

saraloveralopez@gmail.com

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