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jueves, marzo 28, 2024

Opinón: Lectores al Megáfono

Calderón, el censor

Eduardo Ibarra Aguirre 

Se está cumpliendo al pie de la letra el inconsciente augurio que formuló Diane Pérez en la transmisión del Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales, de la Presidencia de la República, de la toma de posesión –como en los mejores tiempos del partido prácticamente único–, de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa: “Entró con el pie derecho y la mano dura».

La endurecida mano del michoacano colocó al frente de la Secretaría de Gobernación a Francisco Javier Ramírez Acuña, el portador de las mejores credenciales que lo acreditan como eficaz violador de los derechos humanos de los tapatíos y los jaliscienses. Lo anterior, de acuerdo a un centenar de organismos civiles defensores de las garantías individuales, pero también refrendado por las más prestigiosas organizaciones extranjeras promotoras de los derechos humanos en la aldea global.

Con la troika gubernamental, integrada también por Eduardo Medina Mora –quien fue jefe de espías, enseguida de los soldados vestidos de gris y ahora abogado de la nación–, existen razones sobradas para avizorar que la conflictividad social y política que satura al México de nuestros días, serán sorteadas con la fuerza de las armas y las cárceles, como políticas predilectas.

Es sabido que las políticas represivas no resuelven los problemas generados por los programas económicos y financieros tan excluyentes como auspiciadores de la desigualdad social, al privilegiar a los monopolios y las trasnacionales. Sólo los aplazan, para que más tarde estallen los reclamos con mayor extensión y profundidad.

Para la puesta en juego de las políticas del gobierno de “la ley, las manos limpias y el empleo», los medios de comunicación que cumplen con sus obligaciones profesionales primarias, como es la de informar y registrar la polifonía de los actores que forman la diversidad nacional, constituyen un insoportable estorbo.

Tal es lo que explica la grotesca amenaza de Maximiliano Cortázar, director de comunicación social de la Presidencia, que recientemente hizo pública José Gutiérrez Vivó, el equilibrado conductor del noticiario matutino Monitor y propietario del grupo del mismo nombre, a quien entre Los Pinos, el Grupo Radio Centro de Francisco Aguirre Gómez –una de las nueve familias que forman el oligopolio radiofónico y que se congracia con Calderón con anuncios que ofenden al sentido común–, y la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Olga Sánchez Cordero, forman la pinza oficialista para asfixiar económica y judicialmente a Inforred.

La embestida contra el periodista y empresario resulta más preocupante si tomamos en cuenta la trayectoria profesional del también director y dueño del diario Monitor.

Por el contrario, el desplazamiento del otrora poderoso y atrabiliario Bernardo Gómez de las relaciones políticas de Televisa a los negocios de San Diego, California, Estados Unidos, por órdenes de Emilio Azcárraga Jean, si bien tiene su dosis de censura e intolerancia calderonista, se trata de una historia recurrente, como bien escribe Federico Arreola Castillo: “En los ámbitos del poder, nadie elude la suerte del kleenex: te usan, te ensucian y te desechan».

Con la intolerancia de Calderón Hinojosa ante los equilibrios informativos de Gutiérrez Vivó, se envía un mensaje harto ominoso a los periodistas críticos del oficialismo, comprometidos con un rumbo político incluyente, menos injusto en lo social y económicamente sin estar demasiado al servicio de los 39 dueños del país y sus 500 empresas.

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