¿ De qué lado está la Iglesia Católica? III
En esta tercera parte del tema que he abordado pongo a su consideración las palabras y los hechos de quienes sin duda han sido testimonio de las verdaderas enseñanzas de Jesucristo, su fundador y guía… Grandes obispos latinoamericanos: Elder Cámara y Pedro Casaldáliga en Brasil, Leonidas Proaño en Ecuador, Sergio Méndez Arceo en México. Entre todos descuella Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador… Les comparto aquí algunas de sus palabras, como respuesta no teórica ni académica sino viva –y asesinada- a esta pregunta que nos ocupa:
Por diácono Alvaro Sierra Máyer / Desde Abajo
Al lado de los pobres y perseguidos: «Como en otros lugares de América Latina, después de muchos años y quizás siglos, han resonado entre nosotros las palabras del Éxodo: ‘He oído el clamor de mi pueblo, he visto la opresión con que lo oprimen’ (Ex 3,9). Estas palabras nos han dado nuevos ojos para ver lo que siempre ha estado entre nosotros, pero tantas veces oculto, aun a la mirada de la Iglesia. Hemos aprendido a ver cuál es el hecho primordial de nuestro mundo… es una injusticia que clama al cielo… (Esto) nos ha movido a encarnarnos en el mundo de los pobres… en este mundo sin rostro humano» (La voz de los sin voz. UCA Editores. San Salvador, p.186 –de aquí en adelante se citará esta obra con la palabra VOZ)… El texto tal vez más citado en sus homilías fue Mateo 25: «Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber… Les aseguro: cada vez que dejaron de hacerlo con uno de estos más humildes, dejaron de hacerlo conmigo». Pero el traduce este texto según la realidad de su pueblo: «Me desollaste el rostro. Me extrajiste los ojos. Me cortaste la lengua. Con el carro blindado me destrozaste el rostro» (VOZ 221). «Con el machete me hiciste pedazos o me descabezaste. Me ametrallaste. Me masacraste. Me sumiste en la pobreza mísera e indigna. Me encarcelaste allí. Y, si quise salir de esa cárcel, me mataste a tiros… Me fuiste matando lentamente» (VOZ 202)…
Denunciando la mentira, el abuso del poder, la injusticia, la corrupción: «El Señor Presidente (General Romero) ha dicho en México que no hay persecución de la Iglesia… un hecho que aquí, en catedral, está evidenciando lo mentiroso que es» (VOZ 374)… «Abusar del poder es perderse» (VOZ 412)… «Sin duda alguna, de mayor gravedad que los casos de venalidad son aquellos otros que demuestran un desprecio absoluto de la Suprema Corte de Justicia por la justicia que tiene que impartir» (VOZ 407)… «Séptimo precepto del Decálogo: ¡No robarás! Qué examen de conciencia podríamos hacer aquí, hermanos, cuando el robar como que se va haciendo ambiente y al que no roba se le llama tonto. Y el que hace una obra o emprende un negocio y no saca su mordida –a veces de millones- no ha sabido aprovechar. ¡No robarás! Otra cosa sería del país, si no se robara tanto… Lo que tienes lo has robado. Lo has robado al pueblo que perece de miseria. Lo has robado» (VOZ 395)…
Deunciando la represión: «El General Romero ha dicho que tiene sus manos limpias en este asesinato (del P. Palacios). Pero yo diría que debe comprobarlo con una investigación. Que no sea sólo promesa, sino que llegue hasta la sanción justa de los asesinos… No basta decir: ‘Soy inocente'» (VOZ 376)… «Por eso, no me cansaré de denunciar el atropello por capturas arbitrarias, por desaparecimientos, por torturas, que humillan y hacen más vergonzosa la suerte del que las comete que del que las sufre… Sobre todo, la muerte es signo del pecado, cuando la produce el pecado tan directamente entre nosotros: la violencia, el asesinato, la tortura –donde se quedan tantos muertos- el machetear, el tirar al mar, el botar gente. Todo esto es el imperio del infierno. Son el diablo los que hacen la muerte. La experimentan los que pertenecen al diablo. Colaboradores, agentes del demonio. Impostores de algo extraño que no cabe en el plan de Dios» (VOZ 373)… «… de un ejército corrupto… Pensamos que se puede tener también la capacidad de exhibir la podredumbre… Porque sobre bases podridas no se puede hacer una renovación auténtica» (VOZ 401)…
Denunciando la parcialidad de los Medios: «Culpa también, y en gran parte, la tienen los medios de comunicación. No hay lugar para estos reclamos en la prensa. ¿Dónde se ha publicado el atropello que están sufriendo campesinos allá por Aratao, por Aguilares? Se presentan distorsionadas las noticias. Para hacer presentes estos atropellos tiene que venir a gritar el pueblo y gritan desde la Iglesia. La Iglesia tiene que comprender… que, a falta de prensa, de radio, de televisión, con lo que cuentan los grandes medios de la mentira y de la oposición… se den estas formas de expresión… Por otra parte, que no se rasguen los vestidos, hipócritamente. Porque también el Gobierno ocupa los templos… Nos ocupó el Gobierno la iglesia de Aguilares sin permiso de la autoridad y para fines sangrientos» (VOZ 424)…
Criticado, perseguido y asesinado por cumplir su deber como sacerdote de la verdadera Iglesia: «Alguien me dijo alguna vez: ‘En vez de sus discursos incendiarios, ¿por qué no lee simplemente el Evangelio?’ Y a mí se me ocurría hoy no hacer otra homilía más que leer el texto de Santiago, cuando nos dice hoy: ‘Ahora, vosotros, los ricos, llorad por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata herrumbrados. Y es herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego’ (Aquí el pueblo lo interrumpió, como otras veces, con un aplauso). «Que conste que están aplaudiendo al apóstol Santiago (otro aplauso). Y continúa el apóstol: ‘¡Habéis amontonado riquezas, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros. Y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo. El no os resiste» (VOZ 395-396)… )… «Sin Dios no puede haber concepto verdadero de liberación. Liberaciones inmediatistas sí las puede haber. Pero liberaciones definitivas, sólidas, sólo los hombres de fe las van a realizar» (VOZ 279)… «Las visiones falsas de la tierra que el hombre ha tenido según sus intereses, sobre todo, aquellos que hacen del hombre un instrumento de explotación, o las que hacen del hombre, en las ideologías marxistas, una ficha nada más de todo el engranaje, o las que hacen de la seguridad nacional un servidor del Estado, como si el Estado fuera el señor y el hombre el esclavo. Cuando es al revés. No es el hombre para el Estado, sino el Estado para el hombre» (VOZ 275)… «Pero se olvidan cuando nos acusan de ‘políticos’ que hay muchos nombres de obispos y sacerdotes que sí son políticos. Pero de una política oficialista… De eso no dicen nada… Cuando sacerdotes u otros miembros de la Iglesia o de la jerarquía hacen esto, están sirviendo al mesías fácil, al mesías satánico en el que quiso convertir al Señor el Tentador en las tentaciones… Porque no es necesaria y hace mucho mal una religión triunfalista que va de brazo con una política triunfalista» (VOZ 309)… «El cadáver de Octavio Ortiz Luna, sacerdote… y los cuatro jóvenes matados ayer con él… nos predican en lenguaje pascual… ¡Esta es nuestra Iglesia!» (VOZ 218)… «No me extraña que los que no son Iglesia, aunque estén dentro de la misma Iglesia, me critiquen, me murmuren, me deshagan» (VOZ 276)… «Yo quisiera hacer un llamado, de manera especial, a los hombres del ejército y de las bases de la Guardia Nacional de la Policía, de los cuarteles: ¡Hermanos! ¡Si son de nuestro mismo pueblo! ¡Matan a sus mismos hermanos campesinos! Y, ante una orden de matar de un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: ¡No matar! Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado… La Iglesia, defensora de los derechos de los hombres… no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas, si van teñidas con tanta sangre… En Nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada vez más tumultuosos, les suplico, les ruego, ¡les ordeno!: En Nombre de Dios: ¡Cese la represión!» (VOZ 404)
Lo que cito al final fue parte de su última homilía. Al día siguiente fue asesinado por un francotirador mientras celebraba misa… En un periódico extranjero fue este el titular de la noticia: «Lo mataron por blasfemar contra el Estado«… Y en el comunicado del Clero, los religiosos y las religiosas de la Arquidiócesis de San Salvador, que él presidía se lee: «Fue acusado, como su Maestro, de blasfemo, de perturbador del orden público, de soliviantador de las masas, y… como su Maestro, cayó asesinado por quienes odian la verdad y reniegan de la hermandad«…
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