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jueves, diciembre 26, 2024

Opinión: De súbditos a ciudadanos

. Debemos romper la dinámica existente de considerar al ciudadano como un súbdito quien solo tiene el derecho y la obligación de obedecer, mismo que se encuentra atado y subyugado a un poder supremo, cuasi –perfecto. Lograr la plena ciudadanía se refiere a seres humanos libres, con derechos y obligaciones, pero con plena conciencia de la situación imperante en la sociedad.

Alfredo Alcalá Montaño / Desde Abajo

En México no ha quedado claro que papel deben de jugar los ciudadanos en la construcción de un estado democrático moderno, pues solo se toma en cuenta su opinión para legitimar procesos electorales y validar representantes populares, los mismos que al ocupar los cargos públicos, se desentienden de cuales son sus verdaderas funciones olvidando así la búsqueda del bien común.

Por esta razón debemos romper la dinámica existente de considerar al ciudadano como un súbdito quien solo tiene el derecho y la obligación de obedecer, mismo que se encuentra atado y subyugado a un poder supremo, cuasi –perfecto. Lograr la plena ciudadanía se refiere a seres humanos libres, con derechos y obligaciones, pero con plena conciencia de la situación imperante en la sociedad.

El transito de súbdito a ciudadano solo se lograra cuando el gobierno escuche la voces de la ciudadanía y no la haga a un lado y la ignore. Es momento de reconocer a los ciudadanos organizados, ya sea como organizaciones sociales, sociedad civil o asociaciones civiles, quienes su capacidad organizativa y participativa es sinónimo de mayoría de edad, con plena conciencia de sus actos y plenamente responsable.

Ya deben quedar atrás los tiempos en que la participación ciudadana era controlada y cooptada. El corporativismo solo creo una sociedad pasmada y pasiva, esperando siempre que sus problemas sean resueltos de manera milagrosa por una mano invisible (llámese estado), de la cual mostraban una dependencia extrema.

Se deben incorporar las iniciativas ciudadanas en la construcción de las políticas públicas, pero como interventores y no como meros observadores. Tampoco se necesita un asistencialismo en exceso, pues esta es necesaria pero no lo es todo. Debemos establecer una participación ciudadana basada en el dialogo de iguales entre funcionarios y sociedad civil, y no fomentar más un participación maniatada a los partidos políticos, ni una participación limitada a los procesos electorales, esa que solo es considerada cada 3 o seis años.

La participación ciudadana va más allá de la pura, simple y llana emisión del voto, este tipo de democracia no funciona, es inoperante y solo crea una sociedad pasiva, permitiendo el desarrollo de los males como la enfermedad, la ignorancia, la miseria y el ocio.

La participación ciudadana debe de permitir que en este proceso de transformación de la sociedad, no seamos tratados como súbditos, sino como ciudadanos que ejercen plenamente sus derechos, y como tal exigen y dialogan por la construcción de un mejor entorno democrático, donde exista el pleno respeto a los derechos humanos. (Desde Abajo)

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