.Como siempre, la sociedad va un paso adelante de la ciencia. Cualquiera que se tome un poco de tiempo para revisar el ciberespacio referente a México, podrá percatarse de que las voces virtuales han tomado a Internet como el medio ciudadano de expresar sus opiniones en torno al turbio proceso electoral que vivimos y todavía estamos viviendo.
Por Tania Meza Escorza / Desde Abajo
Cuando una persona calla su opinión, su silencio contagia a quienes están alrededor porque la gente puede pensar que le castigarán si habla.
El temor a la sanción evita que una voz se levante. Si esta opinión está inmersa en un grupo de personas, irá por lo menos haciendo dudar al de al lado. El contagioso avance de autorrepresión logra que, poco a poco, todas las voces se apaguen. Este fenómeno social fue llamado “la espiral del silencio” por la investigadora alemana Elisabeth Nöelle Neumann.
Como una variante de esta espiral, algunos gobiernos que desean aparentar ser democráticos deciden no imponer el silencio, sino “guiar las voces” mediante “líderes de opinión” que en la gran mayoría de los casos son los medios masivos.
Hasta ahora, en materia de comunicación y poder todo parecía marchar en orden. El desorden lo pusieron las nuevas tecnologías de la información.
Herederas de la sobrescritura clandestina en muros, baños y bancas de parque, las salas de conversación o chat por Internet son el lugar perfecto para expresar libremente una opinión sobre cualquier tema. El problema es que la mayoría de opinantes no proviene de un sector ilustrado.
Bajo este panorama, la investigadora argentina mexicana Delia Crovi Drueta plantea a las salas de conversación en Internet como un lugar en el que ocurre lo contrario de la espiral del silencio: La desinhibición de unos, lleva a muchos a expresarse exagerada y desordenadamente, para formar una espiral de la comunicación.
Así pues, a esta vorágine de voces ansiosas de un canal de comunicación, que crece en la medida en que las y los otros se expresan, Delia Crovi le ha denominado “la espiral de la comunicación”, misma que define como un remolino de voces, que crece de manera desordenada, caótica y que al final produce exclusión.
Como siempre, la sociedad va un paso adelante de la ciencia. Cualquiera que se tome un poco de tiempo para revisar el ciberespacio referente a México, podrá percatarse de que las voces virtuales han tomado a Internet como el medio ciudadano de expresar sus opiniones en torno al turbio proceso electoral que vivimos y todavía estamos viviendo.
Algunas voces están informadas, algunas otras, no. Pero el caos y el desorden que llevaron a la teoría social a caracterizar una espiral de la comunicación, ya no son los protagonistas. Hoy, hay un tema en común: una sociedad dolida, ofendida, violentada por la clase política, una ciudadanía que necesita a toda costa comunicarse entre sí como paso fundamental para superar esta crisis.
En el México de hoy, las ciencias de la comunicación tienen un gran compromiso por seguir de cerca la evolución de este fenómeno social, que ha tomado para sí espacios comunicativos desde donde se organiza para hacer frente a quien quiera someterle.