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martes, abril 16, 2024

Opinión: Tellería, el alcalde que derrotó a los medios oficiales

. Tellería derrotó a los medios de comunicación oficiales que recibían fuertes sumas no para criticarlo, sin para denostarlo y descalificarlo por órdenes del gobierno de Manuel Ángel Núñez Soto. Y los derrotó no con una estrategia mediática de contraataque, sino con el trabajo, la dedicación y el compromiso que le llevaron a lograr por primera vez la municipalización de Pachuca, antaño caja chica del ejecutivo estatal.

Por Tania Meza Escorza / Desde Abajo

“Tellería no cumplió”, “Pepetoño no pudo”, “Miente el alcalde”, era algunos de los titulares más recurrentes en los medios masivos de comunicación estatales durante el trienio 2000-2003 en Pachuca, bajo la gestión del panista José Antonio Tellería, primer alcalde opositor de la capital hidalguense.

Enormes cantidades de dinero se destinaron en ese entonces para atacar diariamente y desde todos los flancos mediáticos al presidente municipal, con miras hacia la recuperación priísta de la alcaldía pachuqueña. Pero todos estos recursos no sirvieron de nada porque, en ese entonces, la gente de esta ciudad quería y apoyaba cada vez más a su alcalde y, aún el día de hoy, tras el reciente fallecimiento del mismo, las personas en la calle comentan que Tellería ha sido “el mejor presidente que hemos tenido”.

Hasta ahora, los diferentes gobiernos estatales han mostrado un profundo desprecio por las y los comunicólogos y han asignado las tareas de comunicación a gente que no tiene ni experiencia, ni preparación, ni idea del asunto. Pero en el pecado han llevado la penitencia, porque lo único que este personal inexperto y desconocedor hace es dar dinero a los periodistas, para que escriban que los políticos son guapos, como si la gente de a pie no tuviera ojos para ver lo contrario.

Para cualquiera que tenga conocimientos básicos en Ciencias de la Comunicación, es claro que los medios masivos son muy poderosos, pero no son dios. Al final, y aunque a veces no lo parezca, la ciudadanía hace uso de su albedrío.

Una de las cosas que el gran genio desquiciado de Goebbels no alcanzó a ver al postular sus famosas premisas básicas sobre la propaganda, es que una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad por el simple hecho de repetirla, sino porque la gente quiere creer esa mentira, y si la gente no quiere creerla, por más que se repita, tal mentira no dejará de ser lo que es.

El botón de muestra de lo anterior es el caso del alcalde Tellería, quien fuera atacado diariamente desde todos los medios de comunicación financiados por el gobierno estatal. Pese a ello, la gente no sólo seguía feliz de tener por primera vez un presidente municipal opositor, sino que, entre más le atacaban los medios, más cariño sentía por el munícipe.

Inclusive, sucedió un fenómeno digno de análisis comunicacional: Por primera vez, la ciudadanía de Pachuca parecía haber dejado de creerle al periódico de mayor circulación y a la radiodifusora de más alto nivel de audiencia. “Mentirosos”, “vendidos”, “corruptos”, eran lo más leves calificativos que se dejaban escuchar en el transporte público, en las calles y en los centros de reunión ciudadanos, para referirse a los medios masivos de comunicación locales.

No era nada más el deseo de llevar la contra, era que el trabajo de José Antonio se notaba, así como las burdas descalificaciones del gobierno del estado, y la falta de apoyo de su partido político.

Tellería derrotó a los medios de comunicación oficiales que recibían fuertes sumas no para criticarlo, sin para denostarlo y descalificarlo por órdenes del gobierno de Manuel Ángel Núñez Soto. Y los derrotó no con una estrategia mediática de contraataque, sino con el trabajo, la dedicación y el compromiso que le llevaron a lograr por primera vez la municipalización de Pachuca, antaño caja chica del ejecutivo estatal.

Los derrotó porque consiguió que los millones de pesos que el gobierno de Hidalgo pagó a los periodistas oficiales para golpear a la alcaldía, no fueran más que oro molido tirado a la alcantarilla del desagüe, ya que el nivel del golpeteo era directamente proporcional al cariño que las y los pachuqueños sentían por su presidente municipal.

Desde los últimos meses del trienio de Tellería, cuando éste debió ausentarse por una enfermedad que avanzó progresivamente y que finalmente le quitó la vida, la gente decía estar segura que los ataques gubernamentales habían sido los causantes del deterioro físico del ingeniero José Antonio. Hoy, a unos días de su lamentable muerte, tal afirmación ciudadana cobró mayor vigencia.

En realidad, resulta casi imposible asegurar que la enfermedad y muerte de Tellería son producto de los ataques furiosos y desesperados del gobierno estatal de aquella época, pero lo que es un hecho es que esa creencia se enraizó ya entre una gran parte de la población pachuqueña, así como el resentimiento contra los medios de comunicación que ayer le difamaban a diario y hoy, con todo cinismo, dan amplia cobertura a la muerte de un “alcalde ejemplar”.

Independientemente de lo lamentable que resulta el que una persona tan valiosa deje de existir, el caso de José Antonio Tellería y su victoria sobre los medios de comunicación oficiales reafirma dos de las premisas básicas de las ciencias de la comunicación: Los medios no son dios y la gente no es tonta.

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