. Una de las principales herramientas de un régimen autoritario, son sus estrategias de comunicación. El estudioso Daniel Prieto Castillo lo ha descrito formalmente a través de sus análisis sobre prensa, comunicación y propaganda durante la era de las dictaduras suramericanas, afirmando que una característica de estas es emitir mensajes totalitarios hacia la población, buscando restringirles su capacidad de elección.
Por Luis Alberto Rodríguez / Desde Abajo
“¡Doblemoralistas!”, le ha gritado el presidente estatal del PRI, Jorge Rojo, a sus homólogos del PAN, por considerar que una cosa es la que dicen y otra la que hacen. Y, en efecto, no le falta razón. Sin embargo, al jefe tricolor se le olvida que tras él, hay un partido fundado en la demagogia como herramienta pública de su carácter autoritario.
En ese sentido, su actitud de doble moral trasciende sus interiores y, al expresarse en campañas electorales o en su condición de Gobierno, afectan de tal manera el desarrollo de la vida pública, que no es difícil entender las razones por las cuales Hidalgo es uno de los cinco estados con más altos niveles de corrupción política en México.
¿Cómo se expresa esto? Una de las principales herramientas de un régimen autoritario, son sus estrategias de comunicación. El estudioso Daniel Prieto Castillo lo ha descrito formalmente a través de sus análisis sobre prensa, comunicación y propaganda durante la era de las dictaduras suramericanas, afirmando que una característica de estas es emitir mensajes totalitarios hacia la población, buscando restringirles su capacidad de elección.
De esta manera, el PRI estatal ha tomado estrofas del llamado “Canto a Hidalgo” que presentara el gobernador Miguel Osorio en los festejos institucionales de Navidad del 2007 – quien explicó que éste “refleja la identidad, raíces y el orgullo de ser hidalguense”-, clocándolas en sus gallardetes propagandísticos agregándole el mote “orgullosamente priísta”.
Al mismo tiempo, los identitarios y diseño de la propaganda del Gobierno del Estado y del PRI, se han empatado en colores, tipografías y lenguaje. Lo que originalmente supondría un gesto patriótico del mandatario al presentar “con orgullo” su “Canto a Hidalgo”, resultó ser nada más y nada menos que un mecanismo panfletario del priísmo local.
Esto es sólo un reflejo de su autoritarismo, que no exime su soberbia. Así pues, otra característica del despotismo priísta es su sobrada enajenación en el poder. Creyéndose único emisor y receptor de las veleidades de su mandato (afirmando que “la población” –como un ente masificado e inocuo- le respalda ciegamente) cree tener facultades sobre las personas y organizaciones que le rodean, aún si no simpatizan con él. “Vas a ganar más”, les prometen
De esta manera, ordena, exige y trata de manipular el apoyo incondicional sus planes, utilizando todos los recursos a su alcance para satisfacerse. Así, la actual campaña electoral del tricolor por obtener todas las presidencias municipales de Hidalgo, va acompañada de todos los elementos posibles a utilizar con tal de cumplir su precepto de ser mayoría.
El autoritarismo no contempla competencia. Y el ejemplo de la negativa burlona que dio el candidato del PRI a la alcaldía de Pachuca, Francisco Olvera Ruíz, al Consejo Estudiantil Universitario de la Universidad La Salle, para asistir a un debate entre él y sus contrapartes, no deja lugar a dudas.
Como se ha dicho, el cacicazgo político del PRI en Hidalgo aún no termina. Más aún, ha renovado sus estrategias beneficiándose de las tácticas políticas implementadas el ultraconservadurismo en el poder federal. Esto resulta irónico en el PRIato hidalguense, quien profusamente ataca la “doblemoral” panista, eximiéndose en su cínica hipocresía.