10.9 C
Hidalgo
viernes, marzo 29, 2024

A punto del estallido

. “Existían varias maneras de reprimir al pueblo mexicano, aunque siempre con violencia. La cuerda nacional, era el ejército

Por L. Alberto Rodríguez / Desde Abajo

Hubo un presidente mexicano que se arrogó la salvación del mundo: “… oírlo hablar de la democracia como de la esperanza de salvación de la humanidad”

Hubo un presidente mexicano que creía en la paz: “hemos también adoptado una política patriarcal en la actual administración de los asuntos de la nación, guiando y restringiendo las tendencias populares”.

Hubo un presidente mexicano que creía en la clase media: «(La) clase media que es activa, trabajadora, que a cada paso se mejora y en la que una democracia debe confiar y descansar para su progreso, a la que principalmente atañe la política y el mejoramiento general”.

Hubo un presidente mexicano que creía en e liderazgo mundial de su país: «Es para mí bastante recompensa ver a México elevarse y sobresalir entre las naciones pacíficas y útiles”.

Hubo un presidente mexicano que procuró la inversión para impulsar la economía: «Nuestra invitación a todos los inversionistas del mundo no está basada en vagas promesas, sino en el modo como los tratamos cuando vienen a nosotros.»

Hubo un presidente mexicano que creía en el futuro: “El futuro de México está asegurado”

Hubo un presidente mexicano que creía en su pueblo: “El mexicano (…) no piensa mucho en los derechos de los demás. Piensa en sus propios privilegios, pero no en sus deberes”.

Hubo un presidente mexicano que conocía y se identificaba con los indígenas: “»Los indios (…) están acostumbrados a guiarse por aquellos que poseen autoridad, en vez de pensar por sí mismos»

Hubo un presidente mexicano que respetaba a la oposición política: “Tengo tantos amigos en la República que mis enemigos no parecen estar muy dispuestos a identificarse con una tan insignificante minoría”

Hubo un presidente confiado de sus atributos: «El país ha confiado en mí, como ya dije, y ha sido generoso conmigo”

Al contrario, así pensaban de él y su gobierno los independientes, los renegados:

“Principalmente se (le) debe culpar de la degradación mexicana (…) ya que aunque él sea pieza angular de éste, existen otras personas que lo sostienen y sin las cuales todo se vendría abajo.

“(… )se demostró que el pueblo no lo quería como su mandatario. Después entro a la capital de la república con su ejército y se proclamó a sí mismo presidente.

“Ya que no se puede gobernar un país contra su voluntad, (…) lo privó de sus libertades. (…) (su)régimen se puede entender como uno donde el pueblo mexicano está controlado a la fuerza. Arreglando elecciones, interviniendo en la prensa, con la fuerza militar a su servicio y los fondos mal distribuidos, fue capaz de crear una farsa de su gobierno.

“Durante este tiempo prácticamente arrebató las tierras mexicanas a su pueblo que se veía desprotegido y se las entregó a extranjeros a cambio de dinero que no se vería utilizado en el bienestar del pueblo.

“Para (su) gobierno (…) era de suma importancia contar con un elevado número de soldados, policías y rurales que se encargaran de poner orden entre la aterrorizada población. Se secuestraba gente para enviarla a trabajar a las haciendas y eliminaban a quienes se atrevían a criticar ese sistema inhumano de vida. Los poderes gubernamentales, a parte del ejecutivo, no eran más que el puro nombre y sombra de ellos.

“(La) perfecta dictadura no se había llevado a cabo sin lucha, muchos asesinatos tuvieron que presentarse y se seguían dando. Un sistema tan inhumano de opresión dictatorial no podía existir sin los elementos necesarios de intimidación a la población. El ejército era cinco veces más grande que antes, a pesar de que eran tiempos de paz. Se reforzaba internamente y no en la frontera, obviamente preparado para una revolución interna -más cercana que el pretexto de la invasión extranjera-.

“Existían varias maneras de reprimir al pueblo mexicano, aunque siempre con violencia. La cuerda nacional, era el ejército; los rurales, eran la policía montada y la acordada, era una organización secreta de asesinos. Las principales prisiones del país en esa época, todas al doble de su capacidad, estaban en condiciones tan insalubres que tan sólo a los tres días de ingresar se contagiaban de varias enfermedades”.

Resulta paradójico –menos que triste-, que lo escrito arriba pertenezca a dos ensayos periodísticos escritos en 1908 y 1907, respectivamente. El primero de James Creelman, publicada en el Pearson’s Magazine; la segunda, un reportaje de John Kennet Turner que resultó en un libro titulado “México Bárbaro”. Ambos retrataron así las particularidades de la dictadura de Porfirio Díaz, a pocos años del estallido de la Revolución Mexicana.

¿Qué coincidencias se encuentran con lo que hoy padece México en manos de Felipe Calderón, a un año del centenario de la primera revuelta popular en México? ¿Cuáles en un país secuestrado por el Ejército, la Policía, 400 magnates, una dictadura duopartidista, obreros sin trabajo, hambre y discriminación, medios monopolizados, instituciones usurpadas, movimientos sociales reprimidos, activistas presos, periodistas acallados ..? ¿Qué se puede predecir de la historia?

Entonces, el “México Bárbaro” de Turner respondió a la pregunta afirmando: «…México está a punto de iniciar una revolución a favor de la democracia…» y «…los Estados Unidos intervendrán con fuerzas armadas, si es necesario, para sostener a Díaz o a un sucesor dispuesto a continuar su asociación especial con el capital norteamericano». Ambas profecías se cumplieron, apunta la investigadora Catalina Rocha al respecto (“México Bárbaro, ensayo sociopolítico”; Editorial Época, México, 1998). Todo indica que se cumplirán una vez más.

luis@desdeabajo.org.mx

Related Articles

Últimas