por Soledad Jarquin Edgar / Desde Abajo
A propósito del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana, este año las mujeres tenemos que reflexionar en torno a nuestros derechos en todos los ámbitos, como una forma de reconocer la lucha que hace cien años emprendieron las mujeres socialistas de 17 países, en Copenhague, Dinamarca.
Es vital dimensionar qué ha pasado en esta primera centuria de lucha por los derechos de las mujeres, por los derechos de la igualdad.
En ese sentido debemos recordar algo que parece muy trillado porque se ha dicho muchas veces, que suponemos que la gente ya lo sabe. Pero creo que no es así, la gente no lo sabe o se resiste a creer que las diferencias biológicas generan desigualdades sociales.
Coincido en que algunos conceptos feministas están dichos, pero no reflexionados ni menos aún concientizados como quisiéramos por las masas, en especial por las cúpulas del poder, que como se ha visto, bajo el mandato de la derecha han conculcado derechos a las mujeres y ahora con las alianzas en los estados donde habrá procesos electorales serán como siempre las más sacrificadas, por llamarlo de alguna manera.
Las estudiosas feministas que plantean que las inequidades entre hombres y mujeres generan las desigualdades sociales, que hoy padecemos como plaga, empiezan antes del nacimiento, todas las parejas esperan un niño cuando ella está embarazada. Nadie dice “esperamos una niña”, salvo que por medio de un ultrasonido se conozca el sexo del producto. Invisibles desde antes de nacer.
Lo que vivimos hoy, como la violencia cuyas cifras y tamaños nos horrorizan y ponen a temblar, es resultado de esa educación machista que va encaminada a resolver los problemas con el uso de las armas, el ejercicio de los puños o la violencia verbal, “enseñanza” que empieza cuando le decimos a los niños que no pueden actuar de forma cobarde, que tienen que ser valientes, nunca llorar porque eso es cosa de niñas e, incluso, que no pueden usar determinados colores como el rosa porque ofenden su infantil hombría.
La desigualdad entre mujeres y hombres tiene costos brutales en la vida y felicidad de las personas. La supuesta superioridad de ellos sobre ellas, arroja cifras que nos siguen helando la conciencia, más cuando la impunidad es el signo de las instancias gubernamentales, como sucede en Oaxaca donde la violencia se incrementa y no hay ningún tipo de justicia para nadie. Ya se empiezan a olvidar las tropelías de Ulises Ruiz quien está por terminar su mandato, menos se piensa en las casi mil 500 mujeres asesinadas en los últimos 10 años y desde la institución legislativa se sigue negando la existencia del feminicidio.
Las diferencias entre mujeres y hombres se manifiestan dramáticamente en fenómenos como el analfabetismo o en los estudios truncados, que en pleno siglo XXI pasa en la vida de las personas en todo el país y cuyas cifras más graves se reflejan como es de imaginarse en las mujeres. Es real y persiste en muchas comunidades mexicanas –a 200 años de la Independencia y 100 de la revolución- la idea de que ellas no deben estudiar porque alguien las va a mantener, lo mismo sucede con la herencia o derechos sobre la tierra que les son negados a las mujeres creyendo que siempre habrá un hombre a su lado, como si ellas no tuvieran capacidad de ejercer su independencia en todo sentido y desarrollar su propia vida.
El ámbito laboral también es motivo de reflexión. Las cifras de desempleo son mayores para ellas, las mujeres ganan menos dinero que los hombres aunque estén mejor preparadas o desempeñen el mismo trabajo y es menor la cantidad de mujeres que ocupan cargos de toma de decisión dentro de una estructura gubernamental, así como en el sector privado.
Los daños colaterales de la desigualdad son muchos y más profundos de lo que podríamos imaginarnos, sus manifestaciones son grotescas. Ahí tenemos el caso de las guarderías subrogadas y lo que ya es “oficial” según la Corte que habla de un incumplimiento del Estado Mexicano, ¿con quiénes? Sin duda que con la infancia, pero sobre todo con las mujeres, con las madres que son quienes ocupan esos servicios, mujeres que trabajan y que contribuyen con este país. Cuál de todos los responsables irá a la cárcel. El director del IMSS, los funcionarios federales que permiten irregularidades, los delegados de todo el país –porque el problema de la inseguridad en las guarderías está en todo el país-. Quién va a ser detenido, quien va a pagar por el asesinato de esos niños y niñas y todo lo que han provocado en sus familias o sólo van a “reparar el daño”.
Por eso es fundamental no quitar el dedo del renglón y no dejar de señalar las diferencias que provocan la permanente violación a los derechos de las mujeres, cien años han pasado y todavía falta mucho por avanzar, pero sobre todo pienso no debemos permitir ningún retroceso en la herencia que nos dejaron nuestras ancestras que como nosotras, creyeron que otro mundo es posible y que sí existe otro modo de ser humano y libre, como planteaba Rosario Castellanos.