por Pablo Vargas González / Desde Abajo
Un día después de la visita del Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) José Narro Robles para firmar con las autoridades locales, un convenio sobre educación superior en Hidalgo, y que da cuenta que andamos mal en ese rubro, se produce un retroceso que impacta en las instituciones sociales y políticas de la entidad pero especialmente a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con motivo de la publicación para el relevo de rector en esa institución, que anuncia la perpetuación de un cacicazgo que controla férreamente a la institución desde hace más de veinte años.
Y ya se había preparado el camino para una nueva imposición a espaldas y en contra de la comunidad universitaria. En primer lugar nadie reparó en la reforma del Estatuto General en 2008, presentado como un nuevo documento “moderno” pero que dentro traía una manzana envenenada, o más bien varias, pero la principal es que se sustituye al Consejo Universitario en su facultad de organización y preparación de los procesos internos de Rector y de directores de escuelas e institutos por una “Comisión de Gobierno” integrada en su mayoría por personas no electas por el Consejo Universitario.
Esta “Comisión de Gobierno” formalmente (Artículo 39, Estatuto General) está integrada por el Rector, el Secretario General del SPAUAEH, el Secretario General del STUAEH –trabajadores administrativos- y los exrectores (¿¡¡?), que tiene como objetivo “erigirse en Órgano Electoral para la elección de rector. Esta comisión concentra facultades que corresponderían a los consejeros universitarios, y más parece una junta corporativa que decide por la comunidad universitaria.
El segundo aspecto, fue el haber creado un Patronato Universitario, en octubre de 2009, donde Gerardo Sosa Castelán se presenta como su presidente, en lo que constituye una abierta injerencia del poder fáctico para controlar el cambio de rector. Desde ahí se empieza a “operar” la elección interna; y se pierde toda institucionalidad interna. Los funcionarios, líderes sindicales y estudiantiles ya no acordaban las decisiones con el rector formal, puesto que quedo aislado; asistían a las oficinas del Patronato o de la Fundación Hidalguense. Éste es el momento de mayor debilidad que se avizoraba ante la designación de un nuevo rector.
Ante los rumores cada día confirmados de que Luis Gil Borja no se reelegiría, acotado frente al poder fáctico y la presión de los directores de los institutos, que se le abalanzaron como jauría en su contra, antes y después de su IV informe de febrero pasado, y el golpe final fue la sesión de la Comisión de Gobierno, del 9 de marzo, donde Gerardo Sosa impuso su voluntad, pero finalmente se concreta con su “nombramiento” como Secretario General de la UAEH el miércoles 18 de marzo pasado.
Lo que acontece en la UAEH es una derrota de las instituciones; es una derrota de la institucionalidad interna, de los reglamentos –no se cumple con el Estatuto General- pero también es una derrota para la sociedad Hidalguense y los ciudadanos. Finalmente es una derrota pata los universitarios que se encuentran imposibilitados de intervenir y de participar.
La Convocatoria para la elección de Rector es una farsa que nadie puede creer. La no reelección de Gil Borja y la renuncia de Humberto Veras Godoy en la Secretaría general, quién es del grupo selecto de Sosa Castelán, desde hace más de veinte años, perfila la imposición a espaldas de los universitarios. Simplemente no hay oportunidad de participación abierta y libre de los universitarios en esta institución.
La necesidad de cambios urgentes a la UAEH quedan abruptamente violentados por una imposición. Sin embargo es hora de que la sociedad empiece a formular el programa de Reforma Universitaria integral de la UAEH para el siglo XXI, mismo que debe contener: un compromiso con el entorno, innovador y moderno en los métodos de enseñanza aprendizaje, de gran proyección nacional e internacional, con un gran respeto por los derechos humanos y las libertades, y poner como eje principal el respeto a la autonomía universitaria, a la investigación, el saber y el conocimiento.