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lunes, marzo 18, 2024

La educación una tragedia

por Soledad Jarquin Edgar / Desde Abajo

La educación en Oaxaca camina con pasos largos pero hacia atrás.

Samael Hernández Ruiz en un trabajo de investigación compara: “En 1990, el promedio de escolaridad de los oaxaqueños era de 4.5 grados de educación básica, en tanto que el nacional era de 6.5. En el año 2000, el promedio de escolaridad fue de 5.8, mientras el nacional se estimó en 7.7 grados. En 1990, un punto porcentual separaba a Oaxaca del resto del país; para el año 2000 son casi dos puntos porcentuales; esto no significa otra cosa que la brecha provocada por la desigualdad se mantiene”.

El experto educativo agrega que para alcanzar la meta propuesta por la SEP de obtener un promedio de escolaridad para la población de 15 años o más, de 9 grados, en este 2010, necesitaríamos 27.5 años.

La realidad muestra que la educación de Oaxaca está enferma. Por un lado, 26 mil alumnos de la UABJO dejaron de tener clases por una huelga y en mayo, para variar, vendrá la parálisis de la educación básica por parte de la Sección 22. El chantaje sindical y las malas prácticas de la burocracia ponen en la lona a la niñez y la juventud.

La muestra de la aseveración anterior es un dato de la maestra Gloria Zafra, titular del IISUABJO, cuando señala que esta es una de las entidades que presenta los más bajos desempeños en comprensión lectora, cuando la media nacional había sido de 21.6 por ciento el promedio estatal fue de 12.6 por ciento. Por si fuera poco esta entidad ocupa los primeros lugares en reprobación, muy por arriba del promedio nacional. La reprobación en primaria es de 10 por ciento y de secundaria es de 14 puntos porcentuales.

En educación media superior la gravedad del problema tiene uno de sus filones más peligrosos en el alto índice de deserción que alcanza al 43 por ciento de las y los jóvenes que estudian algún tipo de bachillerato; el resto como ya sabemos engrosan la generación de los Ninis (ni estudian ni trabajan). Esta cobertura significa que al menos 5 de cada 10 jóvenes en edad de cursar el bachillerato no asisten a la escuela, según reveló el programa Primera Plana para la Educación, que desarrolló en todo el país Comunicación, Educación y Desarrollo para la Igualdad (CEDI, A.C.).

Mal de muchos, consuelo de tontos, no se alarme. El problema de la cobertura es nacional, con un promedio de 60.9 por ciento, pero ojo comparado con el Distrito Federal, la distancia es abismal con Oaxaca (55.8 por ciento), en la capital del país es del 95.4 por ciento, ahora sí, ¡tiemble!

Contrario a lo que la sociedad espera en pleno siglo XXI, el analfabetismo es de 18 por ciento, el rezago educativo es el más alto del país, 12,9 por ciento de la población tiene al menos educación media superior y 7.1 llega a la universidad, aunado a la dramática cifra: 73 por ciento de la población no tienen la educación básica completa.

Estudios y los datos oficiales revelan que hay mucha información que nos tendría que poner a reflexionar sobre el grave problema de la educación en Oaxaca y, al mismo tiempo, alejar de toda tentación de poder a quienes han encontrado en este rubro su “minita de oro”: dirigentes sindicales y servidores públicos.

Las instituciones no responden debido a la suma de malas intenciones, incluso de intereses de políticos que paralizando la educación al menor pretexto buscan demostrar que “aún están vivos” y que “los otros” sepan que detener la vida universitaria no es reflejo de un estertor de muerte sino una demostración de que aún sigue vivo un diabólico muñeco.

La solución es despolitizar la educación -dicen expertos-, lo cierto es que en Oaxaca la realidad supera toda imaginación. La educación es un derecho convertido en el botín de todas las guerras. El daño está hecho, generaciones perdidas, la responsabilidad no es sólo magisterial o sindical, el Estado debe responder ante esta tragedia cuyos resultados se viven hoy en todo el país: inseguridad, desempleo, bajos salarios, narcotráfico…

El corazón sobre la razón

Cuando las cosas se repiten se vuelven una especie de hábito. Javier Villacaña y otros priistas salen con las cajas de sus anhelos destemplados durante los procesos de selección de candidaturas, lo que confirma que en el tricolor no importa la militancia, no importa el trabajo. La elección del PRI hacia la alcaldía de Oaxaca de Juárez y algunos otros para diputados locales favorece a la gente advenediza y acomodaticia. El caso de la Titi, no tiene vuelta de hoja, razones del corazón y no de la razón la convierten en la aspirante uno con registro para encabezar la planilla de concejales.

Sí, sin duda se requieren más mujeres en puestos de elección popular, pero la Titi no representa al género femenino, a pesar de todo ese es el boleto que el PRI intentará vender a la ciudadanía oaxaqueña, incluso a las propias priistas que, otra vez, verán pasar la oportunidad y, en muchas ocasiones, será para siempre.

La cargada de Villacaña, sus más de 20 años de militancia en el tricolor, sus cotos de poder y hasta los enojos de los priistas de las muy marginadas colonias a cambio de despensas y la solución a otras necesidades, el verticalismo pues, es la moneda de cambio que acompañará a la “niña bonita” Beatriz Rodríguez Casasnovas. Hubiera sido preferible algo de materia gris y menos pretensiones.

Las amenazas

Uno de los mecanismos para provocar miedo es la amenaza. Esta semana dos mujeres que desarrollan una actividad dentro de la política fueron objeto de advertencias como consecuencia de la actividad que desarrollan.

María de los Ángeles Abad, candidata del Partido de Unificación Popular –registro estatal- refiere que desde el 12 de marzo pasado recibe correos electrónicos de personas desconocidas que le advierten que la están vigilando e, incluso, hacen un recuento de sus actividades diarias.

Además, han hecho pintas ofensivas en contra de su persona. Sin duda tiene razón cuando apunta que esta “guerra sucia” busca descalificarla. Infundir miedo es una vieja táctica que ejecutan personas que todavía se molestan porque las mujeres incursionan “la esfera pública” y es que todavía hay quienes piensan que el espacio público es sólo para los hombres.

La otra mujer que denunció ser objeto de actos intimidatorios es la presidenta de la Comisión Especial de los Asuntos Relacionados con las Cajas de Ahorro y Préstamo del Congreso del Estado, Carmelina Cruz Silva. Estas acciones cobardes suben de tono, primero eran advertencias vía el teléfono celular y recién desvalijaron su automóvil. Estos actos intimidatorios no deben ser echados en saco roto por parte de las autoridades.

La también diputada sostiene que estas advertencias están relacionadas con la defensa que realiza a favor de los defraudados por las cajas de ahorro, al garete por inconsistencias en la ley, ahí tiene una buena tarea, pues como diputada sin duda podrá evitar que más personas, generalmente de condición humilde, sean objeto de abuso por estos delincuentes de cuello blanco que curiosamente se instalan, operan un tiempo y luego quiebran. Lo curioso es que esta historia se repite una y otra vez, es cíclico, como me contaba una querida amiga, lo extraño es que las autoridades no han podido hacer nada para evitar que se cometan fraudes con la gente que recurre a este tipo de préstamos, porque claro las políticas de las “instituciones” bancarias se los impide. No hay escusa para seguir permitiendo más atrocidades contra la gente que menos tiene y que hoy enfrenta un doble abuso: el de los delincuentes de cuello blanco que operan con permiso de las autoridades y, por supuesto, la desprotección del Estado.

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