por Pedro Echeverría V./ desdeabajo
1. Andrés Figueroa, muy destacado analista chileno, escribe: “Al final del último gobierno de la ex presidenta Bachelet, las cifras se habían invertido. Es decir, un 72 {9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} de la producción del metal rojo y sus ricos minerales adosados ya estaba en manos privadas, mientras el 28 {9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} era estatal. Es cierto, durante la larga transición (20 años) hacia ningún lado de los Ejecutivos de la Concertación, ya no se asesinaba, ni desaparecía ni se torturaba gente como en el horror de la dictadura. Pero también es cierto, que durante esos gobiernos, para los dueños de todo, ya no había mucho que reprimir. La paz social se volvió el orden de las cosas, se desmantelaron las organizaciones populares, se domesticaron los rebeldes, y buena parte de los luchadores antifascistas se fueron para la casa propia o para la casa de La Moneda. Todo lo anterior matizado por excepciones estadísticas. Y, cómo no, por la extraordinaria revuelta estudiantil de 2006, y la huelga contundente de los mineros del cobre subcontratados en 2007.
2. Sin embargo –continúa Figueroa- no ha habido huelgas generales, ni conatos de huelgas generales, ni protestas multitudinarias, ni crecimiento de la izquierda que represente los intereses históricos de los siempre vilipendiados, ni un foco guerrillero, ni un “caracazo”, ni una guerra del agua, ni una crisis catastrófica de la partidocracia, ni disputas intercapitalistas que den pie a vacíos de poder o inestabilidad cierta. Salvo franjas del pueblo mapuche que vienen peleando por su territorio desde cuando el paisito no tenía ni nombre; una cultura libertaria emergente y multiforme; rémoras de los destacamentos de inspiración revolucionaria más resueltos; y ahora último, la sorpresiva –y feliz- aparición de un movimiento espontáneo de sólida sensibilidad ambientalista. En general, todo ha resultado muy marchoso para los que mandan. Esto es, para el capital transnacional e imperialista que subordina al nativo y cuya hegemonía descansa en el capital financiero.
3. En México Javier Lozano, el despótico secretario del Trabajo, sostuvo ayer que el sector sindical “no estaba acostumbrado a que se manejaran con firmeza los asuntos, como lo hace este gobierno”; desechó los señalamientos de dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) que lo acusaron de que ha golpeado y agredido a los asalariados, y afirmó que lo tienen sin cuidado los comentarios de algunos líderes, como el de los electricistas. Aseguró que está “profundamente satisfecho de su trabajo” y los resultados obtenidos. Habló del panorama de trabajo en México y señaló que “no hay huelgas, hay paz laboral, hay transparencia; se cumple con la Ley Federal del Trabajo y se apoya la reinserción laboral” de los integrantes del Sindicato de Electricistas (SME) despedidos de Luz y Fuerza del Centro, entre otros. Lozano ha cumplido las órdenes del presidente ilegítimo Calderón de “aplicar la mano dura” contra los trabajadores, idéntico a lo sucedido en Chile.
4. La historia política chilena de los últimos 40 años contiene parecidos e identidades con lo sucedido en México. Chile apenas tiene poco más de 17 millones de habitantes y un territorio que es poco más de la tercera parte de México. Después de los tres años del valeroso gobierno de Salvador Allende (1970-73) que sacudió la política chilena, y del golpe de Estado que sufrió, encabezado por el gobierno de los EEUU y el general traidor Pinochet, éste impuso una brutal dictadura fascista de 16 años (1973-89), posteriormente vino un referéndum, y cuatro gobiernos encabezados por la alianza de partidos: “Concertación” (Aylwin, 1990; Frei, 1994; Lagos, 2000; Bachelet, 2006-10) que –incluso autocalificándose de izquierda y socialistas- sólo renovaron la maquinaria de explotación capitalista. Concluye la Concertación cuando la “socialista” Bachelet, sobrina de Allende, devuelve el gobierno a la derecha pinochetista.
5. Como tituló hoy La Jornada, “en ocho columnas”: Hay “paz laboral y cero huelgas”, reporta Lozano. Como en Chile, los capitalistas han acumulado gigantescas riquezas, se han asegurado procesos electorales pacíficos, han ocupado el país con el ejército, han reprimido los movimientos sociales y han comprado o absorbido a los líderes. Como escribió Figueroa sobre Chile: “no ha habido huelgas generales, ni conatos de huelgas generales, ni protestas multitudinarias, ni crecimiento de la izquierda que represente los intereses históricos de los siempre vilipendiados, ni un foco guerrillero, ni un “caracazo”, ni una guerra del agua, ni una crisis catastrófica de la partidocracia, ni disputas intercapitalistas que den pie a vacíos de poder o inestabilidad cierta”. Los grupos guerrilleros en México, así como los estudiantiles, parecen también estancados; sin embargo la socialdemocracia está como el pez en el agua con sus alianzas PRI-PAN-PRD, etcétera.
6. Los compañeros izquierdistas chilenos, así como los mexicanos –a pesar del reflujo y la baja coyuntura social- no han dejado de luchar en las calles, centros mineros, en el campo aunque los resultados sean muy pobres. El capitalismo, con estos ejemplos, demuestra -como lo han hecho millones de veces- que tiene inmensos recursos militares, económicos e ideológicos, para seguir controlando la situación. En México la mejor coyuntura de movilización de los últimos años –la batalla de los electricistas del SME por recuperar el trabajo de 44 mil obreros cesados- la perdimos por la incapacidad de la izquierda y el movimiento social para unirse en esta coyuntura importantísima, pero también porque los dirigentes del SME tuvieron miedo de confrontarse con el gobierno. Después que el gobierno de ultraderecha del PAN/PRI logró someter al PRD, a los electricistas, destruir a la APPO, estancar o silenciar al EZLN, no se cuantos años tendrán que pasar para lograr una recuperación.
7. Pero ello no quiere decir que Calderón –a pesar de su desgobierno-, como piensa su fascista secretario del Trabajo, se haya fortalecido por haber sometido al movimiento electricista, minero, del transporte y a la socialdemocracia electorera. Puede caer del poder empujado por el gobierno yanqui y los empresarios al ver que no tiene capacidad para controlar lo que llaman “la delincuencia organizada”, las muertes y asesinatos que llegan a más de 30 mil personas, la falta de inversiones y el enorme desempleo. Para mí lo sucedido en Chile con la Concertación de 20 años que sirvió para consolidar el capitalismo y las declaraciones retadoras del secretario del Trabajo de México, en el sentido de que “hay paz laboral y cero huelgas”, son una mentada de madre contra los luchadores sociales del mundo. ¿O puede tenerse otra actitud en un país miserable como México donde hay más de 70 millones de pobres, más de 40 millones de miserables, 20 millones de desempleados y una clase política y empresarial multimillonaria?
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