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viernes, julio 26, 2024

Coppel, una más

La muerte de seis empleadas de las tiendas Coppel en Sinaloa quedará impune, para desgracia de un México agriamente corrompido, como impune quedó el asesinato de 49 niños y niñas de la Guadería ABC de Sonora. La razón es muy sencilla: su dueño, Enrique Coppel Luken, es uno de los empresarios intocables de la oligarquía mexicana y se le protegerá para que ni siquiera se le acuse en el Congreso por terrible acto de impunidad, fruto de la política laboral violatoria a la que somete a las y los empleados de sus almacenes.

Según el diario Noroeste, Coppel Luken es el negociante más poderoso de Sinaloa y uno de los más en todo el territorio mexicano. “A su familia no se le conoce filiación partidista alguna porque ha financiado lo mismo campañas del PRI que del PAN, aunque fue marcada su cercanía con el tricolor en el pasado proceso electoral por la gubernatura”, señala el rotativo, refiriéndose a la candidatura del priísta Jesús Vizcarra. Algo que pega directo a las ínfulas del tricolor que pronto han salido a pugnar por la responsabilidad del PAN y de Felipe Calderón en la tragedia, lo cual es cierto, pero no eso es culpa particular.

“Sus influencias se extienden a diversas estructuras del poder público en la entidad. Es miembro del Consejo Sinaloense de Hombres de Negocios, presidente fundador del Codesin, (…)consejero del Tec de Monterrey. Está considerado entre los cien empresarios más importantes de México. Su empresa, Almacenes Coppel, S.A. de C.V., fue la primera de Sinaloa en cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores, como Almaco”.

Las tiendas Coppel, fundadas en Mazatlán en 1939, cuenta con más de 250 sucursales y más de 150 zapaterías en 150 ciudades del país; tiene ventas por más de 15 mil millones de pesos al año y da empleo a 25 mil personas. En todas ellas, sus trabajadores padecen malos tratos laborales, exentos de la posibilidad de contrato colectivo o prestaciones completas.

Asi, Coppel y la muerte de seis empleadas se anotará en la lista de tragedias que se escriben con sangre e impunidad en el régimen calderonista.

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