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sábado, octubre 5, 2024

Hijos de Peña Nieto

Ese testimonio directo del gobernador mexiquense al novelista (cuyas ficciones políticas y revelaciones de alcoba han tenido gran éxito) fue recogido por el periodista Ignacio Rodríguez Reyna, director de la revista quincenal emeequis, autor de la semblanza sobre Peña Nieto que forma parte del libro Los suspirantes 2012, que está comenzando a circular.

por Miguel Ángel Granados Chapa

No es un libro para lanzar revelaciones sacudidoras. Pero contiene algunas. Y a otras les da un relieve que hasta ahora no alcanzaron. Por ejemplo, la confesión de Enrique Peña Nieto a Rafael Loret de Mola sobre dos hijos tenidos fuera de matrimonio. «Uno murió de cáncer: el otro vive». Su primera esposa Mónica Pretelini lo sabía. Y eso agrió su relación con su marido, quien admite también que las crecientes diferencias con la madre de los hijos habidos en ese matrimonio «tenían un fundamento: mis infidelidades. Arrastro esta debilidad desde muy joven».

Ese testimonio directo del gobernador mexiquense al novelista (cuyas ficciones políticas y revelaciones de alcoba han tenido gran éxito) fue recogido por el periodista Ignacio Rodríguez Reyna, director de la revista quincenal emeequis, autor de la semblanza sobre Peña Nieto que forma parte del libro Los suspirantes 2012, que está comenzando a circular.

Fue presentado el lunes pasado en un hotel capitalino. La idea de Jorge Zepeda Patterson, el ex director de El Universal que hace seis años coordinó una obra semejante, era que la presentación corriera a cargo de tres de los protagonistas del libro. En términos prácticos el número se redujo a uno. Josefina Vázquez Mota mostró que es una rigurosa cumplidora de compromisos, por lo menos los de esta índole, y acudió puntual a la presentación, que aprovechó para abundar en su intención de alcanzar la candidatura presidencial de su partido, aunque el presidente Calderón, de quien fue colaboradora, haya manifestado inequívocamente que su favorito es el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. En un primer momento, Manlio Fabio Beltrones había aceptado ser uno de los presentadores pero la fecha acordada se topó con la celebración de su aniversario de boda. El 10 de mayo se cumplieron 33 años de su casamiento con Silvia Sánchez, madre de Sylvana, su única hija, que ya hizo abuelo al líder senatorial, pues ya es madre de Sylvana Escudero Beltrones. El padre, como se sabe, es uno de los más prominentes diputados del Partido Verde.

Había aceptado también integrar la terceta de presentadores Marcelo Ebrard. Cumplió menos que a medias su compromiso. Un acontecimiento insólito lo entretuvo fuera de la capital y apenas pudo dedicar cinco minutos a la presentación del libro. Volvía de Ecatepec de Morelos, en el Estado de México. Fue allí uno de los protagonistas del mayor acto de unidad de que han sido capaces los dirigentes perredistas. Aunque el simbolismo se concentró en la presencia, por primera vez juntos en un escenario desde 2005, de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, también adquirió sentido en la misma dirección la presentación de Ebrard, que ya no tan a la sorda contiende con López Obrador por la candidatura presidencial que ha de resolverse a fin de año. Igualmente cobró importancia el que el éxito de la convocatoria correspondiera a Alejandro Encinas, cuya estatura política ha crecido en el último decenio y dista mucho de la que tenía en 1993, cuando por primera vez recorrió el Estado de México en busca del voto ciudadano.

No menor importancia tenía que sobre el mismo templete convivieran, sin ánimo rijoso, la dupla que dirige el PRD, Jesús Zambrano y Dolores Padierna. Nadie supone que sus querellas serán depuestas a partir de ese lunes emblemático. Pero mostraron su conciencia de que deben atenuar asperezas si quieren encabezar un proyecto político que tenga sentido institucional y que responda a las aspiraciones de cada uno de ellos, manifestadas desde hace más de un cuarto de siglo.

Demorado, presuroso, pero contento, así llegó Ebrard a la presentación del libro del que es uno de los protagonistas. Los suspirantes incluye a tres miembros del PRI, los ya citados Peña Nieto y Beltrones y Beatriz Paredes, cuya alineación con el primero la ha conducido al extremo de aceptar ser coordinadora de campaña de Eruviel Ávila… en el municipio de Naucalpan, lo cual indica que se sujetará a las órdenes del coordinador general Luis Videgaray, que está al frente de una campaña aunque no hubiera participado nunca en otra, pues en 2009 fue elegido diputado por la vía plurinominal. Y estará también a las órdenes de Miguel Ángel Osorio, ex gobernador de Hidalgo y fiel servidor de Elba Esther Gordillo, con quien la tlaxcalteca tiene entablado un pleito que no encontrará jamás mediador que lo mitigue.

Por cierto que Lydia Cacho, autora de la semblanza de la ex presidenta del PRI, revela que el pasado rural de la ex gobernadora de Tlaxcala fue más la expresión de una gana que una realidad. No fue una muchacha campesina que se abría paso entre el machismo campirano, sino que vivió una cómoda vida urbana hasta que dio en hacer política en su estado natal, donde su padre había sido senador.

Por el PAN figuran en el libro coordinado por Zepeda Patterson la mencionada y puntual Josefina Vázquez Mota, el persistente Santiago Creel y el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. Por el PRD aparecen los consabidos López Obrador y Ebrard.

Del secretario de Hacienda dice el periodista Luis Miguel González (director editorial del diario especializado El Economista, cuya fundación fue alentada por el gobierno para hacer contrapeso a El Financiero, cuya talante no gustaba en Hacienda) que «es como un libro en edición rústica, lleno de números y gráficos». Añade que «le cuesta trabajo la comunicación masiva. Lo suyo es la argumentación en corto».

De AMLO dice Jorge Zepeda que va por la revancha, junto con una Morena.

Cajón de sastre

El gobierno de Guatemala anunció que el miércoles fue detenido el principal responsable de la matanza del Petén. En una finca de esa región, el domingo pasado una tropa de sicarios, a los que se identificó como parte de los Zetas, asesinó y degolló a 27 campesinos, que no pudieron o quisieron informar sobre el paradero de su patrón. Con rápida reacción, el presidente Álvaro Colom dispuso el Estado de sitio (que debe ser refrendado por el Congreso) y, lo más importante, se trasladó a la comarca sacudida por la barbarie asesina. Lo hizo para coordinar personalmente las acciones del Ejército y de la policía nacional. A menos que la captura del imputado se realice con fines propagandísticos, para generar la falsa impresión de eficacia, el gobierno mexicano debería tomar en cuenta la actitud del Presidente guatemalteco, al que no le basta asestar discursos contra la delincuencia.

miguelangel@granadoschapa.com

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