Mañana es el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez. Se trata de una conmemoración joven, ya que se instituyó hace apenas cinco años, el 15 de junio de 2006 en la ciudad de Nueva York, promovido por la Red Internacional para la Prevención del Abuso y Maltrato a la Vejez, INPEA.
El envejecimiento poblacional es un problema que cada día se hace más latente, y el cual los gobiernos de todo el mundo han intentado postergar, bajo el frágil argumento de que existen otras prioridades.
De acuerdo con la Doctora Mercé Tabueña Lafarga, investigadora de la Universidad de Barcelona, nos enfrentamos a un fenómeno nuevo en la historia de la humanidad: el envejecimiento de la población. Este fenómeno nos presenta nuevas situaciones que debemos resolver con celeridad y creatividad. Una de ellas es el abordaje de la violencia y el maltrato a las personas mayores.
Como consecuencia de la prolongación de la vida (la esperanza de vida y la buena salud aumentan continuamente), surge un nuevo intervalo de edad situado entre la edad madura y el inicio de la vejez. El envejecimiento no es un estado estático sino un devenir, un proceso dinámico y cambiante. Ello nos obliga a adaptarnos no solamente a las personas que avanzan en edad, sino también a todo el sistema que las rodea, sostiene la doctora Tabueña.
Actualmente, el tema de la vejez ha tomado dos vertientes encontradas. Por un lado, en el contexto urbano occidental de nivel socioeconómico medio a alto, se miran adultos mayores muy alejados del estereotipo tradicional de las cabecitas blancas meciéndose y esperando el final.
En México, este grupo poblacional (que no es mayoritario, pero sí cuantitativamente importante) se integra por adultos mayores de 60 años provenientes de una generación a la que sí le tocó la seguridad social en muchos aspectos, entre ellos el derecho a una pensión por jubilación, y a contar con servicio médicos públicos en donde, mal o bien, atienden sus problemas de salud.
Estas mujeres y hombres que hoy tienen entre 60 y 80 años, frecuentemente siguen siendo los pilares económicos de una familia integrada por hijos e hijas a quienes las crisis económicas y los gobiernos neoliberales les negaron los derechos laborales que sí observan en sus padres y madres. Estos jóvenes van de un empleo a otro sin conseguir estabilidad en el trabajo.
Así pues, los desequilibrios económicos por los que el país ha pasado en las últimas décadas nos entregan adultos mayores que aún no pueden soltar la estafeta económica de sus familias, y que siguen siendo las cabezas de hogar (en el aspecto económico y en todo lo demás) cuya descendencia treintañera continúa instalada en la adolescencia emocional, debido a que los bajísimos salarios de los jóvenes profesionistas les impiden irse del hogar materno, y mucho menos construir un patrimonio propio o establecer una familia.
Pese a lo anterior, la situación de adultos mayores empoderados como líderes familiares es aún la excepción y no la regla.
En su mayoría, la población integrada por las y los ancianos padece violencia por parte de sus familiares y de su contexto social, bajo la premisa capitalista de “tanto tienes, tanto vales”, y como en la vejez “ya no se es productivo”, porque esa persona “ya no gana dinero”, las personas mayores sufren maltrato bajo tres grandes áreas: Abandono (aislamiento, desamparo y exclusión social), Violación (de los derechos humanos, de los derechos legales y de la salud) y Privación (de opciones, de la toma de decisiones, de un estatus, de la gestión económica y, fundamentalmente, de respeto)
La Red Internacional de Prevención del Abuso y Maltrato en la Vejez, dio a conocer que las personas mayores de sesenta años habrán aumentado de 600 millones a casi 2.000 millones hacia el año 2050. Este incremento será más pronunciado en los países en desarrollo, donde se espera que la población anciana se cuadruplique en los próximos cincuenta años.
Por eso mismo, los gobiernos tienen la obligación de diseñar e implementar leyes, procedimientos y políticas públicas con base en los principios de igualdad de derechos para las personas mayores de las Naciones Unidas, que marcan objetivos claros en cinco áreas claves: Participación, independencia, cuidado, autosatisfacción y dignidad.
Aunado a ello, la sociedad debe establecer un compromiso de respeto con la población adulta mayor, no sólo porque los derechos no están a discusión, sino porque para allá vamos quienes tengamos suerte de llegar, y lo ideal sería verlo como una oportunidad para cerrar una gran vida, y no como un castigo ante la merma de algunas capacidades físicas.
Sobre la vejez, el cineasta sueco Ingmar Bergman ha dicho: “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre y la vista más amplia y serena”.
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