Al PRI y al Instituto Estatal Electoral los une el Gobierno de Hidalgo. Sus consejeros, comenzando por su presidente, Daniel Jiménez Rojo, tienen antecedentes priístas. De modo que harán hasta lo imposible por no llevar a cabo el debate entre los candidatos a la Presidencia de Pachuca, propuesto por organizaciones de la sociedad civil de esta ciudad.
No obstante, todo el protocolo ya quedo cubierto. Los muchachos de las asociaciones se movieron durante dos semanas tratando de conseguir el Sí de los abanderados, pero sobre todo de sus partidos.
El más renuente fue Omar Fayad Meneses, presidente tricolor, quien ha permanecido en su política de No a debatir. Así lo hizo el año pasado al proteger hasta el cansancio a su muchacho, Francisco Olvera, negando toda posibilidad de debate frente a Xóchitl Gálvez. Lo mismo ahora.
Así sucedió en Tizayuca donde, a pesar que el candidato Juan Núñez ya había aceptado asistir al encuentro organizado por el semanario Intuición, de último momento la dirigencia estatal del PRI se echó para atrás.
Pero es la hora en que se les acaban los pretextos. La sociedad civil organizada ya dio el primer paso y el más difícil: Hacer que los partidos aceptaran debatir.
Ahora todo queda en manos del IEE, el último escollo del PRI. Su consejero presidente ni siquiera se atrevió a comprometerse con la realización del debate, sino que mandó a decir a los partidos que quedaba en ellos acercarse al Instituto para saber cómo y cuándo se podría hacer. Patrañas.
Y que quepa la advertencia. Aún con los acuses de recibido y el compromiso del PRI de debatir, se presionará al IEE desde el sistema para alargar y alargar la organización del mismo para que, finalmente, éste no se realice.
O puede que me equivoque. Espero equivocarme. De lo contrario, quedaré convencido que la democracia hidalguense pasa, penosamente, por las manos corruptas del Instituto Electoral.
