Se inspiran en las revoluciones que se han expandido este año por el mundo árabe, especialmente la que está llevando a cabo el pueblo egipcio. Y en este ámbito también apuestan por la unidad, por hablar con una sola voz, cómo comenta Jawdat Sayeh, uno de los jóvenes acampados en Ramallah: “Los árabes tenemos que estar unidos, especialmente para nosotros que no tenemos a un estado detrás”.
Marc Font
Diagonal
Quien pase por Al Manara, la plaza más famosa de Ramallah –la capital administrativa de Cisjordania y sede de la Autoridad Nacional Palestina-, se encontrará con algunas tiendas de campaña, llenas de pancartas y fotografías con mensajes políticos dirigidos al pueblo palestino. Cada noche, varios jóvenes duermen en ellas para continuar con una protesta que empezó el pasado 15 de marzo y que, entre otras cosas, reivindicaba el fin de la división entre Fatah y Hamás, que provoca que Cisjordania –controlada por el primer partido- y Gaza –en manos del segundo- tengan dos gobiernos completamente independientes.
El pacto de reconciliación que los principales partidos palestinos sellaron en el Cairo el 4 de mayo, supuso que una parte del movimiento se diera por satisfecho y se puso punto y final a la acción de protesta en la plaza Manger, en Belén. “Tanto Fatah como Hamás intentan apropiarse de nuestro movimiento, hasta el punto de que cuando Mahmud Abbas [el presidente de la ANP] se fue a Egipto para validar el acuerdo habló de nosotros”, explica Mustafa Muhammad, miembro del Movimiento de Jóvenes Independientes. Su principal reivindicación es la reforma del Consejo Nacional Palestino, para que se convierta en un organismo realmente democrático y representativo de los palestinos de todo el mundo, una demanda que hasta el momento no está siendo escuchada.
“Las últimas semanas estamos intentando explicar a la gente que surgimos para estar al lado del pueblo y luchar para mejorar su situación y que, ni mucho menos, estamos ni con Abbas, ni con la Autoridad Palestina ni con Hamás”, añade Muhammad, quién también es investigador de la Universidad Sorbona de París. A pesar de que el pacto entre los dos grandes partidos del país, después de cuatro años de amarga y sangrienta división, ha sido bien recibido por la inmensa mayoría de la sociedad –y muy criticado por el Gobierno israelí-, el investigador considera que sólo se hizo por “miedo” y “debilidad”. “Los dos partidos temían que la revolución árabe llegara a Palestina y les hiciera caer y, a parte, han visto como sus aliados regionales [el egipcio Mubarak en el caso de Fatah y el sirio Al-Assad por parte de Hamas] han caído o están en una situación preocupante”, apunta.
Años de trabajo
El Movimiento de Jóvenes Independientes no surgió de la noche a la mañana, sino que se empezó a labrar hace seis o siete años, después del final de la Segunda Intifada. Básicamente está formado por chicos y chicas de clase media, hartos de la falta de libertades tanto en Gaza como en Cisjordania, que reivindica una serie de cambios importantes, a nivel político y económico, que permitan a los palestinos acabar con la ocupación y alcanzar la libertad. Ahora incluye cinco grupos distintos, el más importante y activo de los cuáles es El Herak Shabibi el Mostakel.
Se inspiran en las revoluciones que se han expandido este año por el mundo árabe, especialmente la que está llevando a cabo el pueblo egipcio. Y en este ámbito también apuestan por la unidad, por hablar con una sola voz, cómo comenta Jawdat Sayeh, uno de los jóvenes acampados en Ramallah: “No puede ser que nos dirijamos a Israel, a los Estados Unidos y a la Unión Europea con un montón de opiniones divergentes. Los árabes tenemos que estar unidos y esto es bueno para todos, pero especialmente para nosotros que no tenemos a un estado detrás”.
El movimiento juvenil ganó fuerza a raíz de una concentración de más de 2.000 personas en la plaza de Al Manara el 15 de marzo, en lo que se llamó día de reconciliación nacional. La movilización tuvo como embrión las marchas en solidaridad con el pueblo egipcio que se dieron en Ramallah, Yenín, Nablus o la ciudad de Gaza en febrero y que fueron duramente reprimidas tanto por la ANP en Cisjordania como por Hamas en la Franja. Después del 15 de marzo, la protesta continuó a través de las tiendas. Y, a pesar de que poca población autóctona se acercaba a ellas para hablar con los jóvenes, su incidencia fue tal que al cabo de unas semanas llegaba el inesperado pacto entre los dos grandes partidos palestinos. “Lo que queremos es cambiar la mentalidad de la gente y sabemos que el nuestro es un proceso lento, a largo plazo. Nuestra mensaje está siendo escuchado y gran parte de la población comparte nuestra reivindicaciones” asegura Sayeh. A pesar de que la ANP tolera el movimiento juvenil desde el 15 de marzo -no ha pasado lo mismo en Gaza-, el activista está convencido de que no gustan a Abbas y Salam Fayyad, el primer ministro, “porque hacemos un llamamiento a trabajar conjuntamente por el bien común y a prescindir de las opciones políticas tradicionales que han dominado el país”.
Dar la voz a todos los palestinos
El acuerdo entre Fatah y Hamás supone la celebración de elecciones legislativas palestinas en el plazo de un año y la liberación de los presos políticos en Cisjordania y Gaza, un hecho que todavía no se ha producido. El Movimiento de Jóvenes Independientes también pide que la administración palestina presione a Israel para que puedan recuperar la libertad los 6.000 presos del país que están en cárceles hebreas. Pero lo que más les interesa a los activistas, y lo que menos gusta a los dos partidos hegemónicos, es dar voz a todos los palestinos, ya vivan en Cisjordania, Gaza, Israel, en los campos de refugiados de los países cercanos o en el resto del mundo.
Conseguir esto pasa por reformar el Consejo Nacional Palestino, que tendría que ser elegido mediante el voto de todos los palestinos, no únicamente los que residen en los territorios gobernados por la ANP, para que se convierta en el organismo que los represente legítimamente. Este consejo se debería encargar de las futuras negociaciones con Israel. Mustafa Muhammad detalla que también se tiene que separar la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de la ANP, ya que en estos momentos una misma persona (Mahmud Abbas) rige las dos organizaciones.
“Para mí, Abbas es un dictador. Bajo el control de la ANP no existe libertad. Si hablas con la gente de la calle, te dirán que su trabajo y el de Fayyad son muy buenos, pero sólo lo dicen porque tienen miedo de ser detenidos y quedarse sin empleo si son críticos. Vivimos en un régimen policial”, denuncia Muhammad. Lo que está claro es que el movimiento juvenil mantendrá su movilización, ya sea en las tiendas de Ramallah, en las calles de las principales ciudades o, sobretodo, a través de las redes sociales. “No sólo queremos acabar con el conflicto israelí-palestino, aspiramos a cambiar todo el mundo”, concluye Jawdat Sayeh. Primero, pero, tienen que terminar con la ocupación.