Yo no creo que haya sido un error que López Obrador se apareciera en Televisa “tendiendo la mano”. Me sorprende, me entusiasma y estoy de acuerdo, más bien. Parto de la premisa que, como político en carrera por hacerse de la Presidencia del país en el 2012, AMLO está limando sus vértices de forma estratégica, y pienso que son mucho más los beneficios que los maleficios basados en la “congruencia” que le reclaman algunos seguidores y detractores por igual.
Para empezar, considero que dicha entrevista es en sí misma un acto de congruencia de Andrés Manuel. Nunca se peleó con Televisa; no lo hizo en el 2006 cuando perjuró a Emilio Azcárraga que la televisora no sería nacionalizada, y, a final de cuentas, López Obrador no tendría que rendir cuentas como un inmaculado líder revolucionario que, creo yo, no lo es. Es un político inmerso en el sistema político mexicano; esto le hace actuar sobre sus reglas y vicios, no obstante ser un personaje particularmente avanzado. Y si ha de llegar a la Presidencia y cambiar el rumbo de México (creo que lo logrará), lo debe hacer con la televisión a cuestas, para bien o para mal. En ese sentido, pienso en la clave comunicacional de “educar con los medios y para los medios”, y así ha de ser en una campaña proselitista con todo lo que en México está en juego. A lo sumo, tienen razón aquellos que dicen que Televisa no era necesaria para acceder al poder, como en quienes festejan el paso “tolerante” de AMLO; es decir, no creo en ninguno de tales argumentos, absolutamente y el saldo me resulta a favor de Andrés Manuel.
Creo y me consta que la congruencia en AMLO es una de sus principales virtudes, lo cual, inevitablemente no es la congruencia que los demás quisieran en él, sublimados por sus propias concepciones (una de las primeras obviedades que distinguen a un fanático). Eso lo hace un Ghandi o un arbitrario; y López Obrador es las dos cosas a la vez y así ha sido siempre. Lo sabemos de sobra.
Andrés Manuel ganaría la Presidencia con Televisa porque nunca la ha desdeñado, y él es un político empeñado, y estas son las reglas del juego, y porque el país no está para pendejadas, y porque nunca a nadie dejará contento, y él no es marxista-leninista, ni anarquista, ni revolucionario, sino nacionalista progresista-amoroso y si se quiere dar de besos con López Dóriga muy sus formas y porque así son las cosas y así de simple.
Bien por el Peje.