por Luis Alberto Rodríguez
La última noticia interesante que leí sobre las actividades del Gobierno de Hidalgo y su titular, Francisco Olvera, data del diez de octubre pasado cuando, en conjunto con el Gobierno Federal, se aprobaron 500 millones de pesos de apoyo al campo devastado por “fenómenos meteorológicos”. (No entraré en detalles sobre las centrales campesinas que fungen de intermediarias y cómo ese dinero, al final, se reduce al grado de presupuesto electoral). Todo lo siguiente se lee en verbos como “Participa”, “Se reúne”, “Inaugura”…
Me atrevo a imaginar que poco de esto es culpa de la falta de pericia periodística de quienes hacen la comunicación social en el Ejecutivo hidalguense o, si acaso, existe línea editorial trazada para fraguarle un perfil grisáceo al gobernador, de tal manera que sus actividades luzcan reducidas a el cumplimento de agenda de cualquier encargado de despacho. Quiero imaginar, en consecuencia, que esto es debido al poco interés de Francisco Olvera en aparecer en los medios como un gobernante real, o un entusiasta aprendiz de estadista, o un político de nobles intenciones. ¿O a qué obedecerá?
Imagino también que, entonces, sus asesores le han sugerido mantener ese tono mediocre y abandonar el protagonismo que merecería un gobernador, así como lo hicieron sus antecesores. ¿O es con toda intención? ¿Es pues, una estrategia de desmarque mediático en camino a las elecciones presidenciales del 2012 para reflejar en la prensa a quienes hayan de ser candidato a Presidente y Senador, respectivamente? De modo que ¿es mejor que Olvera cuente con escasa participación propagandística, sin imaginar siquiera que su proyección personal, es la proyección de su partido y la de sus correligionarios de primera plana, por lo cual, habría de ser más que el líder que su cargo supone en vez de el político local que no se atreve a salir de su manzana?
Quizá, más bien, estoy haciéndome preguntas ociosas y es que simplemente, nada pasa.
