El pasado primero de diciembre se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra el VIH/SIDA. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), las mujeres casadas y agredidas por su esposo, son más susceptibles de contraer esta enfermedad, debido a la violencia de género.
La creencia popular desinformada pudiera pensar que las mujeres que más se contagian son quienes tienen muchas parejas sexuales, pero no. Son aquellas que tienen una sola pareja, un solo hombre del que nunca dudan y al que no le exigen preservativo. Si ese hombre acostumbra tener varias parejas sexuales, es frecuente que contraiga VIH SIDA, y que contagie a su esposa.
El UNFPA considera que la discriminación por motivos de género, la pobreza y la violencia son aspectos medulares de la epidemia de SIDA.
Este 2011 se cumplieron 30 años de que el SIDA fue declarado oficialmente una epidemia mundial. Al respecto, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, señala que si llevamos tres décadas sumidos en esta crisis, aspiremos a lograr los “tres ceros”: cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el SIDA.
No obstante, las mujeres tienen probabilidades al menos dos veces mayores que los hombres de quedar infectadas con el VIH en las relaciones sexuales, ya que las mujeres y las niñas suelen estar mal informadas acerca de cuestiones sexuales y reproductivas, y debido a la feminización de la pobreza, tienen mayores probabilidades que los varones de ser analfabetas. Además, suelen carecer de poder de negociación y de apoyo social para insistir en condiciones de mayor seguridad o para rechazar las propuestas sexuales.
La violencia por motivos de género es un gran factor de riesgo para contraer el VIH. Con frecuencia esas mujeres violentadas no pueden abandonar a su pareja por razones económicas, aun cuando sepan que el hombre está infectado o estuvo expuesto al contagio con el VIH. Si bien la mayoría de los países, incluidos los de África al sur del Sahara, han adoptado estrategias nacionales para combatir la epidemia, hay todavía millones de mujeres y hombres que no tienen acceso a los servicios y carecen de tratamiento.
De todas las nuevas infecciones de VIH, unas tres cuartas partes son resultado de la transmisión sexual entre hombres y mujeres. Las actitudes y los comportamientos de los hombres tienen importancia crítica para las acciones de prevención. Los hombres tienen un abrumador poder en las decisiones sobre cuestiones sexuales, inclusive sobre si utilizar o no condones. En muchas sociedades se espera que las mujeres sepan muy poco sobre esas cuestiones y las que plantean la cuestión del uso de condones corren el riesgo de ser acusadas de infidelidad o promiscuidad.
El SIDA surgió en la década de los 80 del siglo pasado como una enfermedad masculina; pero ha ido en aumento la proporción de mujeres infectadas en comparación con los hombres. De las mujeres que tienen reacción serológica positiva al VIH, muchas están casadas y sólo han tenido un compañero sexual: sus esposos.
En algunas partes de África y del Caribe, las dos regiones donde es más alta la prevalencia del VIH, las probabilidades de que las jóvenes (de 15 a 24 años de edad) estén infectadas son hasta seis veces mayores que las de los varones de la misma edad.
Se tiene la falsa creencia de que el matrimonio es un ámbito “seguro”, pero en muchos lugares acarrea para las mujeres grandes riesgos de infectarse. En México, más del 30{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} de las mujeres diagnosticadas con el VIH descubren su situación después del diagnóstico de sus esposos.
La antropóloga Samantha Mino, coordinadora del Programa de Salud Sexual y Reproductiva de las y los Jóvenes de la organización civil Salud Integral para la Mujer (Sipam), realizó la investigación “Mujeres. La experiencia de vivir con VIH/Sida”. Los resultados demuestran que el modelo médico de atención para personas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) fue diseñado en función del cuerpo masculino, ignorando las diferencias fisiológicas, anatómicas y hormonales de las mujeres y esta situación provoca que los efectos secundarios de los medicamentos sean más severos para ellas.
Por todo ello, el VIH SIDA como todas las epidemias y catástrofes mundiales tiende siempre a feminizarse, porque dentro de los contextos en los que ocurre impera el machismo que considera a las mujeres como seres de segunda, quienes deben sacrificarse ante los hombres al momento de recibir ayuda o de acceder a los medicamentos y a los recursos.
Aunado a las condiciones sociales de exclusión pública, está el ámbito privado. Las mujeres contagiadas de VIH por sus esposos se enferman y mueren por las opresiones de género, que les obligan a aceptar ciegamente las disposiciones machistas de sus maridos, con tal de ser las excelentes esposas que, literalmente, dan la vida por sus hombres.
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