La determinación del Instituto Federal Electoral (IFE) de sancionar a los partidos y coaliciones electorales por no respetar las “cuotas de equidad de género” es un elemento de la condición actual que lleva México en participación real. Todos los partidos fallaron al momento de seleccionar sus candidaturas al Congreso de la Unión. No cabe duda que seguirá siendo un tema de la agenda pendiente.
Hoy vence el plazo para que los partidos políticos corrijan sus listas presentadas ante el IFE. Todos los partidos y coaliciones no cumplieron con la cuota de género, que establece que debe de haber mínimamente una relación de género de 60/40, es decir los partidos deben de registrar sus listas e candidaturas con un mínimo de 40{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} de un género y que no debe de rebasar el máximo de 60{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} para otro género.
Esto se ha hecho así, por las demandas de los movimientos de la sociedad civil por una mayor participación ciudadana y por el avance de una real democratización. Pero en el sistema social y político padecemos graves rezagos y los políticos prefieren hacer mutis, con la exclusión de grandes sectores de la población, en este caso las mujeres que constituyen más del 50 por ciento de la población y del electorado.
El caso actual de los partidos muestra la falta de voluntad para incorporar a la participación a las mujeres. La relación 60/40 ni siquiera es el mejor sistema puesto que en otros países se llega a la paridad sin ningún problema (50/50). Se trata no solo de un sistema político patriarcal y machista, sino profundamente antidemocrático que se opone e impide los avances democráticos.
Tardíamente el sistema político se dio cuenta que dejaba fuera de la participación real en los puestos de decisión a las mujeres (“la mitad del cielo”, según filosofo oriental). Antes de 1996 no existía ninguna disposición legal para incluir mujeres en los cargos políticos. En las elecciones de 1997 se plantea una débil recomendación, más bien como sugerencia para que los partidos “consideren” en sus estatutos el nombramiento de candidatos de que no se rebase el 70{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} para un mismo género. Si buscáramos la equivalencia sería un carácter hegemónico del hombre sobre la mujer.
Fue hasta la reforma electoral de 2002 donde se considera por primera vez la “cuota de género” como una obligación. En el Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (Cofipe) se señaló que las cuota 70/30 fuera obligatoria, puesto que hasta ese momento los partidos rellenaban las listas con mujeres, en el cargo de suplentes, es decir que nunca llegaban.
Con la reforma electoral de 2008 el planteamiento de la ley mejora, y se puntualiza el porcentaje. En cuanto al registro de candidatos, el artículo 219 expresa que “La totalidad de solicitudes de registro de candidaturas deberán integrarse con al menos el 40{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} de candidatos propietarios de un mismo género, procurando llegar a la paridad”. Así, crece el umbral de 70/30{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} a 60/40{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd}.
Es claro que el género masculino es el dominante. Y que la mencionada “cuota de género” se impone como una “acción positiva afirmativa” para garantizar una real participación de las mujeres en la vida política, como uno de los elementos para el cambio democrático, puesto que un carácter aun autoritario es el dominio de género.
Los porcentajes de la relación de género hacia las candidaturas de Senadores y diputados federales, de los partidos y coaliciones, es patético porque aun sabiendo que es un requisito de ley para el registro de sus listas no lo cumplieron. Todo lo dejaron a “usos y costumbres”.
Desde luego que no solo “enseñaron el Cobre” sino que por primera vez se les está obligando a corregir a riesgo de que pierdan candidaturas o el registro. Lo van a ser, porque les conviene, no porque estén convencidos. Mientras tanto queda el problema como una asignatura pendiente, no habrá democracia mientras haya sectores sociales excluidos (mujeres, jóvenes, indígenas).