Del 23 al 26 de este mes visitó nuestro país el Papa Benedicto XV, Joseph Ratzinger, máximo jerarca de la iglesia católica, como parte de su viaje apostólico a México y Cuba.
Esta visita se da en una coyuntura política nacional bastante delicada. Por un lado la propuesta de reforma del Artículo 24 constitucional que aún se encuentra en el Senado y a la que un gran número de personas nos oponemos por su impacto negativo en el estado laico; el proceso electoral para la Presidencia de la República, sobre todo con el antecedente del fraude electoral del 2006; y la violencia generalizada en el país por la guerra contra el narcotráfico.
No es casualidad que se haya elegido que la visita fuera en el estado de Guanajuato, uno de los estados más conservadores del país, que ha vulnerado de diferentes formas los derechos humanos, ha criminalizado a las mujeres que han tenido abortos espontáneos, y que durante la guerra cristera participó activamente junto con otros estados del Bajío, lo cual fue reconocido, entre líneas, por Ratzinger al recordar, en su discurso de llegada, el mensaje de Juan Pablo II: “Agradezco … el afecto al Papa y la fidelidad al Señor de los fieles del Bajío y de Guanajuato”. No olvidemos que Juan Pablo II canonizó a 25 de mártires, un sacerdote y una religiosa en el año 2000, y Benedicto XVI a 10 laicos y 3 sacerdotes en el 2005, todas estas personas participantes en la guerra cristera.
Tampoco es casualidad que en ese mismo discurso, se haya referido a la “… inigualable dignidad de toda persona humana, creada por Dios, y que ningún poder tiene derecho a olvidar o despreciar. Esta dignidad se expresa de manera eminente en el derecho fundamental a la libertad religiosa, en su genuino sentido y en su plena integridad”. Asuntos que evidentemente corresponde resolver al estado mexicano y que sin embargo seguramente trató con Calderón en su reunión privada, lo cual significaría una intervención del Estado Vaticano en los asuntos de nuestro país.
A diferencia del 2010, en que el escándalo internacional de los curas pederastas obligó a Ratzinger a ofrecer diversas disculpas públicas a las víctimas, aquí en nuestro país, no consideró en su agenda recibir a las personas víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes, a pesar de que solicitaron una entrevista. Por el contrario, el obispo José Guadalupe Martín Rábago, principal anfitrión del Papa Benedicto XVI en Guanajuato, es un conocido protector de sacerdotes pederastas; y quienes participaron en la logística de su bienvenida fueron los Legionarios de Cristo, organización creada por el pederasta Marcial Maciel quien fuera protegido tanto por Ratzinger cuando era director de la Doctrina de la Fe como por el propio Juan Pablo II.
Ni una sola mención merecieron estas víctimas en su “saludo a los niños” que realizó el sábado 24 en la Plaza de la Paz en Guanajuato, a pesar de que en su mensaje habló de diversos sufrimientos que enfrentan algunos “niños”. Como escribiera Gabriela Rodríguez “Quienes controlan las conciencias deciden a quién se encubre y a quién se castiga, quién gana y quién pierde. Quienes controlan las conciencias sustentan la impunidad”.
Y si bien en México las condiciones para la mayoría de sus habitantes no son nada sencillas, tampoco lo son para la iglesia católica que ha visto mermada su feligresía a nivel mundial, y por ende, los recursos económicos que ésta provee, aunque en nuestro país, la alta jerarquía católica tenga un gran poder en diversas estructuras del gobierno, violentando el estado laico. Así que no es raro imaginar que esta visita permitió un intercambio de favores, en el marco del proceso electoral: más recursos económicos a cambio de apoyo político desde el púlpito, en donde los menos beneficiados son precisamente la feligresía y el estado laico.
Cosas veredes.
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