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jueves, noviembre 14, 2024

Mujeres juntas… ¿ni difuntas?

sosoridad

MÉXICO. —Las mujeres llevamos más de un siglo luchando por nuestros derechos humanos y por una vida libre de violencia; sin embargo, pareciera que nuestras luchas son aisladas, que cada una lo hace desde su trinchera y pareciera que vamos solas por el mundo en esfuerzos individuales. En buena medida esto se debe al neoliberalismo globalizado, el cual, según Sara Lovera en su artículo «Feminismo: historia y corrientes», manifiesta que “este sistema limita las libertades de las mujeres que se creyeron conquistadas en los foros de Naciones Unidas o en los espejismos de la negociación y la incidencia política».

“La pobreza extrema, la migración, el control de los cuerpos, la cultura y la comunicación global han generado nuevos cautiverios a las mujeres, nuevas amarras, probablemente otras esclavitudes y ningún avance real”.

Y concuerdo con ella. Mientras empresarios, fundamentalistas religiosos y políticos unen fuerzas para continuar con la invisibilidad de las mujeres, nosotras nos mantenemos luchando a contracorriente, trabajando desde nuestro pequeño mundo, desgastándonos por mantener los logros conquistados; mientras ellos sólo buscan mantener el poder a como dé lugar.

A mediados de septiembre (del 14 al 17 de ese mes) tuve el gran privilegio de acudir al Encuentro de Sistematización de Apoyos de Respuesta Rápida relacionados al Uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación por la defensa de los Derechos de la Diversidad de Mujeres, realizado en Medellín, Colombia, organizado por el Fondo de Acción Urgente de América Latina y el Caribe FAU-AL, donde corroboré que todas luchamos por lo mismo: “una vida libre de violencia y en un terreno de igualdad y equidad”, sin embargo, son pocos los mecanismos que se han logrado unificar para que nuestra lucha también sea por estado o país, y mejor ni hablamos de un continente entero.

En cada presentación de las compañeras de los países de Latinoamérica y El Caribe me daba cuenta que eran los mismos tópicos: derecho a decidir sobre mi cuerpo, aborto legalizado, una vida libre de violencia, derecho a participar en la vida política de nuestros países, convivir con un medio ambiente limpio, tener un territorio seguro para la vejez… en fin, una vida en la que todas y todos tengamos equidad e igualdad.

Y en mi cabeza empezó a rodar la pregunta: ¿Por qué no podemos generar un camino, una ruta crítica que nos permita unir todos estos proyectos y ejecutarlos de forma unificada para lograr una voz más amplificada?

No me gustó la respuesta que mi subconsciente me dio; en mi pueblo dicen: “Mujeres juntas, ni difuntas”. Por siglos nos han hecho creer a las mujeres que no podemos ni debemos ser solidarias las unas con las otras, que debemos vernos como rivales porque la otra es el enemigo a vencer para sobresalir entre hombres.

Pero si eso es cierto, ¿entonces por qué somos las mujeres las que luchamos por los derechos de las mujeres? ¿Por qué la lucha feminista nace de la mente de las mujeres? La respuesta es simple: porque a pesar de todos los condicionamientos que el patriarcado ha puesto en nuestro comportamiento, tenemos la capacidad suficiente para ayudar a las demás. Sin embargo, en muchos casos, ese condicionamiento no ha permitido que seamos capaces de rebasar fronteras, porque no contamos con el financiamiento económico que tienen los fundamentalistas, los empresarios, los políticos para ayudar más allá de lo que nos permiten nuestras fuerzas.

Si bien la globalización ha tendido a incrementar la capacidad de los hombres en las altas esferas de poder, hay algo que no estamos tomando en cuenta y es que gracias a la globalización todas y todos contamos con herramientas efectivas como las Tecnológicas de la Información y la Comunicación para lograr una lucha más visible.

Es cierto que nuestra lucha debe ser más práctica y de acercamiento con aquellas mujeres que son violadas, que han sido forzadas a abandonar sus hogares, que sufren todo tipo de violencia (física, económica, social y psicológica), porque el acercamiento humano y el apoyo físico jamás se podrá reemplazar con una videoconferencia o un gif o cualquier otra herramienta tecnológica, sin embargo, el intercambio de experiencias es fundamental para que nos ayudemos unas a las otras.

Es momento de actuar, de unir fuerzas, de crear una sororidad más fuerte con la cual evitemos que este avasallador sistema neoliberal termine por enterrar los logros ya conquistados, es momento de sembrar nuevas semillas que ayuden a esta causa, que al final del día, es la causa de toda la humanidad.

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