El lamentable fallecimiento del periodista y locutor Eduardo Gómez Mora, director de comunicación social de la secretaría de Turismo de Hidalgo (2016-2019), da pie para recordarle como un auténtico profesional en medios impresos, la radiodifusión y en oficinas de prensa. Fue un vocero nato.
Gómez Mora, a quien todo mundo llamaba por el hipocorístico Lalo, sembró y cultivó amistades por su trato amable y desinteresado. Se desempeñó, entre otros, como jefe de prensa del director de la Policía Judicial, licenciado Gerardo Martínez Martínez (1993-1994), y posteriormente en la dirección de comunicación social de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Nunca dejó cuentas pendientes ni resabios.
La muerte del comunicador sucedió el 16 de mayo pasado cuando, se informó escuetamente, realizaba labores propias de su encargo. El titular del ramo se ha abstenido de proporcionar detalles del funesto acontecimiento. No se sabe si para bien o para mal. Lo cierto es que Eduardo murió en el desempeño de su trabajo.
Comunicólogos sin comunicación.
La personalidad del periodista desaparecido tienta para hacer sugerencias a algunos individuos que ocupan puestos de comunicación social sin nociones de relaciones humanas, relaciones públicas ni oficio periodístico.
Algunos de los llamados directores de comunicación social se autonombran pomposamente comunicólogos, pero en realidad son meros boletineros, repartidores del escatimado y al final escamoteado chayote pues de él aprovechan el adagio: “El que da y comparte se queda con la mayor parte”.
Como consecuencia de la pobreza intelectual de unos cuantos portavoces es lastimoso lo que sucede a los reporteros que acuden a la fuente política del Congreso del Estado donde son ninguneados por un fulano que, según informaron, dice llamarse “licenciado Martín Román Ortiz”, quien amparado con el padrinazgo del presidente de la junta de gobierno, Ricardo Ba(p)tista, emite órdenes inauditas.
Recientemente, el reportero Roylan Portes escribió que el mentado Ramón prohibió que los reporteros accedieran al salón de sesiones por la puerta principal, pues los mandó a la puerta trasera, como se dicta para la servidumbre en las residencias de la aristocracia ramplona.
Han sido repetidas las escenas en que el “jefe” Martiniano apura a los reporteros para que acudan rápidamente a algún acto. Utiliza gangosamente la onomatopeya “usha, usha” como si arreara ganado.
Imitadores tiranuelos de pueblo
Con la mentalidad dictatorial al estilo del pejelagarto no es de extrañar que el sedicente vocero de la cámara de diputados siga los pasos e imite las poses de su jefe Ricardo (Fulgencio) Ba(p)tista, pues éste sintiéndose omnímodo como el tirano cubano derrocado por Fidel Castro, adopta actitudes discriminatorias hacia los integrantes de otros partidos políticos.
Llamado a Derechos Humanos.
Sería deseable que la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que preside el licenciado Alejandro Habib Nicolas, emitiera alguna recomendación a la presidencia de la junta de gobierno del Congreso del estado con el fin de que instruya a su vocero Martín Román Ortiz para que modere su trato hacia los periodistas afectados por esos actos improcedentes, pues estos seguramente no han acudido a quejarse ante la CEDHH porque los anteriores encargados de la Comisión relegaron ese tipo de acusaciones.
Adiós al querido amigo Tufic Habib Karam.
Aprovecho la ocasión para expresar mi solidaridad de pesar a la familia Habib Nicolás por el deplorable fallecimiento del señor licenciado Tufic Habib Karam, a quien tuve el honor de tratar desde la década 1960 mediante nuestros entrañables amigos Alfonso y Arturo Herrera Cabañas.