Las grisáceas bardas de algunos barrios pachuqueños, son grandes lienzos transformados en coloridas obras de arte. Los murales son un reflejo de lo que se vive en el barrio y de las personas que en él habitan. Tal es el caso de los ya conocidos murales de Palmitas, donde los artistas plasmaron los rostros de quienes fundaron el barrio y algunos personajes de su entorno.
En La Raza, se resalta el origen indígena de sus habitantes, así como su riqueza cultural y el sentir de la niñez. En el Arbolito se guardan los recuerdos del esplendor minero y la admiración a las etnias mexicanas.
Fomentar el arte en la comunidad, mejora la imagen de un barrio, da la sensación de bienestar, orden y prosperidad y en muchos casos puede incluso recuperar el tejido social.