El 19 de diciembre de 1924 moría en Santiago de Chile, Luis Emilio Recabarren, un extraordinario defensor de los derechos de la clase trabajadora. Fue tipógrafo, periodista y parlamentario. Desde la adolescencia participó en la construcción de periódicos y fundó el Partido Comunista de Chile, que ya supera los cien años de vida. Una de las enseñanzas extraordinarias de este prócer se encuentra en su Editorial para los inicios del periódico La Tarde en 1898 donde, al exponer su idea de socialismo, traza un compendio de anhelos políticos: «Pensamos en que pueden hacerse transformaciones sociales, en la igualdad humana, en la desaparición de las injusticias, en el alivio de las clases proletarias, en la nivelación relativa de las fortunas, en la disminución de las grandes riquezas que deben contraerse al desarrollo industrial y, en fin, de tantos otros medios que hay para igualar las condiciones reales». Igualdad, alivio de la pobreza, justicia. Han pasado más de noventa años y los propósitos de Recabarren continúan pendientes; quizá, el más preciado de ellos: que el ejercicio político sea para subsanar las carencias de quienes trabajan de sol a sol y aún así nos les alcanza para vivir. Porque, ¿de qué sirve la política sino es para solucionar la miseria? Recabarren nos enseña que la política ha de servir para el pueblo, que antes de los magnos eventos están los derechos de quienes más sufren.