La Cámara de Diputados aprobó con 444 votos a favor, dos en contra y siete abstenciones, el dictamen que adiciona diversas disposiciones de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, para incluir los conceptos de violencia simbólica y mediática.
El dictamen, enviado al Senado de la República para sus efectos constitucionales, define a la violencia simbólica como la expresión, emisión o difusión por cualquier medio, ya sea en el ámbito público o privado, de discursos, mensajes, patrones estereotipados, signos, valores icónicos e ideas que transmiten, reproducen, justifican o naturalizan la subordinación, desigualdad, discriminación y violencia contra las mujeres en la sociedad.
Asimismo, señala que se considerará violencia simbólica a los concursos, certámenes, elecciones, competencias y cualquier otro tipo de eventos que promuevan estereotipos de género y, con base en los mismos, evalúen de forma integral o parcial la apariencia física de mujeres, niñas y adolescentes.
Menciona que las instituciones públicas no podrán asignar recursos, publicidad oficial, subsidios, ni cualquier tipo de apoyo económico o auspicio público a la realización de estos eventos.
Respecto a la violencia mediática, la define como la expresión a través de cualquier medio de comunicación de contenidos que, de manera directa o indirecta, promuevan estereotipos de género, así como la humillación, explotación, degradación, desigualdad, discriminación, o cualquier forma de violencia contra las mujeres.
Se visualizan diferentes violencias
Al fundamentar el dictamen de la Comisión de Igualdad de Género, la diputada Beatriz Rojas Martínez (Morena) señaló que se incorporan dos iniciativas en materia de violencia simbólica y mediática, y así visualizar las diferentes violencias que las mujeres y niñas sufren día a día y que se traducen en discriminación e injusticia.
Indicó que ambas violencias las viven las mexicanas en “su vida diaria y se expresan de forma tan sutil que se producen con normalidad a través de estereotipos, valores e ideas que naturalizan y transmiten la desigualdad, discriminación, subordinación y violencia contra las mujeres”.
La violencia simbólica, añadió, está muy invisibilizada y es la base generadora de otras violencias contra las mujeres, como la patrimonial, física, sexual, psicológica, institucional, política y hasta la extrema como la violencia feminicida.
Además, se centra en tres mensajes: el desprecio y la burla por lo que es o hace la mujer; el temor o la desconfianza, y la justificación de la subordinación femenina. También, provoca que las mujeres parezcan culpables o responsables por las prácticas violentas y discriminatorias que sufren.
Rojas Martínez precisó que la violencia simbólica se manifiesta de manera reiterada en el ámbito mediático, cuando sus contenidos producen formas de desigualdad y discriminación, difunden imágenes negativas y denigrantes de la mujer con fines comerciales, como es la pornografía.
Señaló que los contenidos mediáticos, impresos, electrónicos y digitales producen patrones estructurales de sistemas machistas y patriarcales, que atentan contra la dignidad de las mujeres.
Por ello, la necesidad de tipificar la modalidad mediática, ya que esos contenidos se reproducen de manera sistemática en los diversos medios de comunicación y refuerzan los roles y patrones culturales que normalizan la violencia y desigualdad, destacó.
Sentará las bases para una transformación cultural, que fomente el reconocimiento y el respeto de los derechos de las mujeres en el país, a través de los medios de comunicación masiva y en apego a la libertad de la expresión, añadió.
Violencia simbólica permea a través de costumbres y tradiciones
La diputada Frida Alejandra Esparza Márquez (PRD) lamentó que México sea uno de los países con más violencia hacia las mujeres y las niñas, y la violencia simbólica permea a través de costumbres y tradiciones y de prácticas cotidianas que refuerzan y siguen reproduciendo las relaciones basadas en el dominio y la sumisión.
Resaltó que este tipo de violencia transmite desigualdad y subordinación, utilizando la imposición de poder y autoridad. En tanto que, los estereotipos de género constituyen una problemática en sí misma, por el nivel de encasillamiento al que remiten, perjudicando de múltiples maneras a hombres, pero especialmente a las mujeres.
Se pronunció a favor de atender, erradicar y sancionar la violencia simbólica. Las reformas, dijo, no buscan eliminar la participación de las mujeres en eventos, sino evitar que a través de estas acciones el Estado fomente la violencia por medio de patrones estereotipados, mensajes, valores, iconos o signos que transmitan y reproduzcan dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.