En política, el respeto es una quimera que muchos confunden con inspirar temor. Hay políticos que, a fuerza de cumplir sus caprichos, soslayan todas las formas de cortesía porque piensan que ellos, y sólo ellos, son los testaferros del poder. Entonces el resto se ha de sujetar a sus deseos. Nunca han de adaptarse al otro, y desprecian ser parte de algo que no sea u ocurra, según sus gustos. Buscan, en todo momento, que el mundo se acople a sus fantasías. Esto es peligroso pues es uno de los primeros signos de la psicopatía. Y uno de los segundos signos es que, siendo políticos, ocupan sus potestades para amedrentar e imponer lo que quieren, sin importar el contexto… o peor, los hechos. Baste el legado del expresidente Donald Trump para ejemplificarlos. Infantiles, berrinchudos, ignorantes, supremacistas y con mucha influencia. Dejar que alguien así tome el Gobierno es muy, muy peligroso.