Hace diez años falleció el periodista pachuqueño Miguel Ángel Granados Chapa, medalla Belisario Domínguez y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Era un profesional valiente, creativo e incorruptible. Tras su muerte, no ha habido una pluma tan prolija como la suya.
Y cabe fantasear con lo que hoy escribiría sobre la pandemia; el gobierno de López Obrador; la ultraderecha o el TikTok. Más, lo que sí sabemos, es que su palabra continuaría siendo aleccionadora.
Porque su obra es proporcional al vacío que aún experimentamos. Ha sido una década de orfandad, acentuada con el caos indescifrable de la nación.
Pero es cierto que de nada vale la nostalgia. La mejor forma de conmemorarlo es hacer el mejor periodismo posible, lo cual incluye al lenguaje y al pensamiento crítico. No es fácil. Son tiempos álgidos. Pero si algo no ha de guiar en el camino es su consigna: ante todo, dar cumplimiento.
Un abrazo y unos boleros hasta donde esté.