PACHUCA — Julio es un hombre de sonrisa fácil. Cuando sonríe, sonríe con todo su rostro. Sus ojos también sonríen. Y mira de frente. Por eso es fácil creerle. Entiendes que es sincero porque su cara te lo dice. Su voz es afable y habla sin apretar la quijada. Se entiende que es una persona feliz. Quizá por eso le es fácil encarnar la esperanza. Los anhelos de los millones que habitan aquí. Quienes han visto pasar los sexenios, los saqueos, la corrupción, los enjuagues, el tráfico de influencias, la burla, el cacicazgo, el atraso… el dolor. Y luego llega él —él y nadie más, ni mejor ni peor, porque así tuvo qué ser— para dirigir la enorme posibilidad de cambio. De transformación. Del ¡basta! contenido por tanto tiempo que hoy comenzó a salir a modo de aliento. El primer paso, su registro como candidato y, de aquí a un mes, la lucha por Hidalgo; es decir, por nuestro futuro.