HUEHUETLA — Laboraron sin descanso desde el inicio de la pandemia. Son cincuenta y cuatro personas que estaban adscritas a la Unidad de Respuesta Inmediata del Hospital de Respuesta Inmediata COVID19 de este municipio, uno de los más pobres entre los pobres de Hidalgo, en el corazón de la sierra Otomí-Tepehua. A jornadas extensas, sacándole provecho a los pocos instrumentos de trabajo, arriesgándose al virus y siempre en la primera línea de atención y, sin embargo, fueron echadas de su trabajo. Así, sin más. Ayer eran héroes; hoy, están en la calle.
Son los rostros invisibles de la pandemia. No están entre quienes gozan de los privilegios de poseer una bata blanca. Es personal de cocina, limpieza, administración; es gente que sudó angustia laborando como camilleros, choferes y atendiendo farmacias. Sin plaza. Con salarios menos que modestos, algunos de cuatro mil pesos mensuales y nada más. Jamás salieron en las fotos de los reportajes, con trajes de astronauta, descansando con dramatismo en los pasillos de las clínicas. En cambio, mantenían los pisos limpios y los platos llenos. También, mirando las lunas pasar sin poder volver a casa. Y al volver, con el temor de contagiar a su familia.
Sin oficio de por medio, sólo por pura palabra, el director del hospital, Josué Samuel Hernández Cabrera, les avisó que ya no trabajarían más en la institución. No hubo motivo del despido. Tampoco explicación. Fue como tirarles a la basura después de haberles usado.
La decisión también ha afectado a personal sanitario que trabajaba en otros hospitales COVID, como el del Hospital General de Pachuca. Ahí, unas ochenta personas que también se desempeñaban en la primera línea de trabajo sanitario fueron despedidas de la misma manera que ocurrió con sus pares del hospital de Huehuetla. Por eso, este 30 de junio cerraron la avenida Madero, una de las de mayor circulación en la capital de Hidalgo, justo frente a las instalaciones de salud. La demanda fue clara: reinstalación.
Por su parte, las cincuenta y cuatro personas afectadas del Hospital COVID de Huehuetla, se manifestaron afuera del sanatorio para exigir la devolución de sus empleos. Piden la permanencia laboral; o sea, trabajo seguro.
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De por sí no es fácil aquí. Es un municipio donde el cuarenta y cinco por ciento de su población es indígena, de un poco más de veintidós mil habitantes en total. Tiene un veintiséis por ciento de índice de analfabetismo y su precariedad es tal que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI ni siquiera ha podido levantar índices representativos sobre los salarios en el municipio. La mayoría se dedica al campo, otras personas más se distribuyen entre el trabajo doméstico, la construcción o el comercio.
De acuerdo con los reportes, el titular de la Secretaria de Salud de Hidalgo, Alejandro Efraín Benítez Herrera, prometió abrir el diálogo con las y los trabajadores inconformes. El encuentro tendría lugar en las oficinas de la dependencia, sin que se conozcan las condiciones de la negociación. Sin embargo, el personal sanitario pide que, si no se les reinstala en sus clínicas de origen, se les traslade a otro Hospital, a pesar de las dificultades familiares que ello implicaría. Lo único que piden es seguir trabajando. Mientras tanto, Hidalgo, como todo el país, enfrenta su quinta ola de la pandemia con cifras de contagios que aumentan a gran velocidad.
