El exgobernador Omar Fayad Meneses ha aprovechado algunos eventos públicos para dejarse notar en Pachuca. Algunas veces solo, algunas veces acompañado, el último de los jefes priístas aparece de pronto, lo mismo en el ostentoso palenque que en el aburguesado palco del estado Hidalgo, casi como si continuara habitando esta ciudad.
Se sabe que nada en política es casualidad y menos viniendo de Fayad Meneses, animal político nato, sabedor de signos y tiempos, quien entiende que asomarse ante públicos varios tiene su mensaje.
En sus apariciones, el exgobernador intenta decir que nada esconde, que no se ha ido a Europa o a Estados Unidos, refugiándose de la corrupción que varios (y varias) cometieron en su sexenio. Que sigue aquí, hoy, como antes. Que no le amedrentan las investigaciones en manos del procurador interino, Santiago Nieto Castillo, cuyas líneas apuntan a dos o tres personajes del último gabinete priísta. Que está, o podría estar, alejado de la «Estafa siniestra», tal vez.
Y también manda un mensaje a sus seguidores: políticamente, sigue vivo. Ante las recientes indisciplinas al interior de su Partido, la permanente amenaza de la perdedora Carolina Viggiano Austria, el ocaso de Jesús Murillo Karam y el extravío de Miguel Osorio Chong, se antoja urgente que Omar Fayad Meneses de apersone más allá de la anécdota al medio del PRI para refrendar que sigue siendo su último gran líder.
