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jueves, abril 18, 2024

Conspiración y DESLEALTAD en el PRI

La derrota de la alianza “Va por Hidalgo” en las pasadas elecciones arrojó sobre el PRI una necesidad de reconstrucción. De tal modo, los liderazgos priístas ratificaron a Julio Valera Piedras en la presidencia del Partido con tal de salir pronto de la crisis en la que los sumió la candidatura de Carolina Viggiano Austria. Reconocieron en él al hombre con la solvencia moral y política para resarcir los daños y adelantarles hacia el magno compromiso electoral del 2024, donde, además de la Presidencia del país, se jugarán los Congresos federal y estatal, más el Senado.

En ese sentido, Valera Piedras ha concitado a todas las fuerzas priístas a diferentes encuentros de análisis y capacitación a los cuales han asistido representantes de todos, o casi todos, los órdenes de gobierno donde el PRI tiene representación. Su meta es precisa: fraguar la unidad y recuperar terreno.

Al mismo tiempo, edificarse como una oposición responsable. A Hidalgo no le sirve tener un PRI emberrinchado que se niegue a todo lo que proponga el gobernador Julio Menchaca Salazar. La de Julio Valera Piedras no es la lógica fanfarrona, infantil e ignorante de otros dirigentes priístas, como lo es “Alito” Moreno, presidente nacional priísta; la suya, es una lógica proactiva y de consenso.

Sin embargo, hay personajes en el PRI que no quieren entender que su tiempo, el tiempo del PRI-Gobierno, ya se acabó. Cuando se requiere unidad, dividen. Cuando se requiere lealtad, traicionan. Cuando se requiere cohesión, conspiran. Y extraña que las diputadas locales Marcia Torres, Citlalli Jaramillo y Rocío Sosa, se hayan prestado al juego de la insumisión, sin afán ni propósito, cuando su Partido las requería para hacer valer un acuerdo que forma parte de aquello esencial que en el priísmo se da por llamar “disciplina partidaria”.


Las legisladoras se abstuvieron de votar a favor de la propuesta que colocó a Alicia Medina Castelazo como la nueva titular de la Fiscalía Anticorrupción, aún cuando existía un acuerdo previo en su grupo parlamentario para aprobarla. Todos y todas quienes integran la bancada priísta actuaron de conformidad con dicha resolución, pero, se alzó la sorpresa cuando, al momento de votar, pudrieron el consenso.

El desacuerdo es un valor de la política; pero la deslealtad humilla a quien la ejerce. ¿Por qué, pues, Marcia Torres, Citlali Jaramillo y Rocío Sosa actuaron así? Caben las dudas acerca de su conducta, más cuando era la ocasión de retribuir a su Partido la confianza de ser postuladas, y electas, como diputadas locales. Y son añejos los casos similares. Si algo nos ha enseñado la política hidalguense es que, más pronto que tarde, rueda la cabeza del verdadero conspirador, pues se sabe que las legisladoras no actuaron en solitario. Hay una mano detrás. Una voz que las convenció a hurtadillas.

Lo que no saben es que, tanto el gobernador como el jefe del PRI, son políticos frontales. Nunca han utilizado la conjura como medio para satisfacer intereses mezquinos. Por lo tanto, no les resulta necesario, y más bien desprecian, a quienes caminan por dos bandas con tal de sacar algún provecho. A pesar de pertenecer a dos partidos opuestos, les une un legítimo interés por Hidalgo y eso es algo que debe reconocerse. No compran espejos porque no se miran a sí mismos, a diferencia de aquellos que no reconocen la lealtad.

Beto Rodríguez Ángeles
Beto Rodríguez Ángeleshttp://viejopunk.com/
Periodista y escritor. Premio Nacional de Periodismo en derechos humanos "Gilberto Rincón Gallardo" 2009. Doctorante en Investigación y Creación Literaria por Casa Lamm.

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