Todo el mundo sabe que, cuando se organiza una fiesta, por cada persona invitada deben considerarse al menos cuatro más que llegarían invitadas por esa misma persona. Si bien no es raro que alguien llegue a solas a un convite, lo regular en estos casos es que los salones se llenen con personas invitadas de las invitadas de las invitadas. Así se arman los pachangones.
Pasa en las fiestas y pasa en política. Por cada líder se cuentan muchas más personas involucradas. Quién lidera, camina en compañía de quienes le creen y siguen. Por eso la salida del PRI de quince alcaldes, toda la bancada en el Congreso local y su dirigencia estatal, suma más que los rostros vistos. Detrás hay una cantidad muy importante de exmilitantes que de la misma manera abandonaron el submarino tricolor de Alito Moreno y Carolina Viggiano. Y ha sido ese grupo de expriístas quienes provocaron la verdadera implosión del Revolucionario Institucional.
La manada sigue al líder. Y si bien en este momento es incierto el tamaño del desfonde, ésto se sabrá en las próximas elecciones cuando —es posible apostar — el PRI Hidalgo llegue a niveles del desahuciado PRD. De tal modo valdría a la nueva dirigencia priísta considerar que una desbandada como la que sufrieron no se calcula con los nombres de quienes dieron la cara, sino de las masas que se van detrás. Como en las fiestas: si omites a los invitados de los invitados, colapsará tu evento y quedarás en ridículo; o sea, todavía más.
