Brisa cumplirá 18 años en unos meses. Su rostro está plasmado en uno de los muros de su barrio, el barrio de Palmitas; en realidad, es su rostro de niña, el que inmortalizó el colectivo Germen y su proyecto masivo de arte urbano, creado hace unos años la intención de unir a las familias de las colonias de Palmitas y Cubitos, trazando los rostros de sus habitantes.
Así es como Brisa, con tan sólo nueve años de edad, se involucró en ese entonces en el proyecto ayudando al colectivo:
«Era la más movida, me gustaba mucho llenarme las manos y la cara de pintura; ayudaba a los artistas a llevar botes, abrirlos, pasarles las brochas; ellos nos daban pintura y nos decían a ver qué pueden hacer con eso. Me divertía mucho».
Narra cómo, un día, a ella y a otros vecinos, los colocaron en uno de tantos callejones y comenzaron a tomarles fotos, sin imaginar que había sido seleccionada para ser incluida en uno del los murales que abarcan 20 mil metros cuadrados de pintura.
«No lo podía creer, estaba muy emocionada. Aunque era muy pequeña, sabía que ese rostro me estaría recordando, porque por ahí subo y bajo a diario. Es donde pertenezco y que tengo que luchar por lo que quiero ser en la vida«.
Brisa ahora es una adolescente. A pesar de las dificultades económicas que tiene junto a su madre, quienes han pasado por situaciones muy difíciles, no se deja vencer.
«Hubo un tiempo en que no teníamos para comer; mi mamá, al lavar la ropa con pura agua, literal, con pura agua, no había para jabón, se encontró cincuenta pesos en un pantalón y decidimos invertir dulces y botanas y llevarlos a vender a oficinas; así es como pudimos ir saliendo un poquito de ese bache; ahora vendo paletas y mi mamá puso una tiendita de frituras».
Ella, Brisa, cursa la preparatoria por las mañanas. Saliendo de la escuela, vuelve a su casa; saca paletas heladas del refrigerador y nuevamente baja esos empinados y pesados escalones de colores para llegar a un costado del Complejo Revolución; coloca su hielera en una jardinera y ofrece sus paletas a transeúntes y taxistas que hacen parada en ese lugar. Así es como esa pequeña jovencita del macromural espera graduarse un día como veterinaria.