Desde hace poco más de una semana que comenzaron las negociaciones en Morena Hidalgo para sacar las candidaturas a las ochenta y cuatro presidencias municipales del estado. Y resulta de menos vergonzoso (a falta de una mejor palabra) ver en la mesa a militantes de la izquierda de toda la vida con la obligación de ganarse una oportunidad ante advenedizos que hasta hace quince minutos insultaban al presidente López Obrador y hoy buscan ser purificados por la 4T, eso sí, siempre y cuando les den una nominación.
Y resultará todavía más indignante que se repita con algunos y algunas de ellas lo que ocurrió con Cuauhtémoc Ochoa Fernández, priísta de cepa, hoy aspirante a la candidatura al Senado de Morena por la vía de la contricción, y les otorguen la bandera guinda para encabezar alguna candidatura. Suficiente ya tenía Morena con impulsar a cuadros de mala fama e ignorantes, o inventos sin arraigo ni trayectoria, pero que al menos algún compromiso tienen… quizá.
Por eso hay que hacer un recordatorio a tiempo: la lucha contra el caciquismo en Hidalgo ha costado sangre. Hay gente que murió para sacar al PRI del gobierno, en una causa que se prolongó cuarenta años. Se insulta la memoria de quienes ofrendaron su vida abriéndole las puertas a quienes, de ser hoy la década de 1980, no dudarían en ocupar su poder para tirarle balas a los izquierdistas. En ese sentido, no se pide honrar su memoria ni cargar con sus cruces; nada más lo mínimo: algo de respeto político.