Habría que empezar con un disclaimer: ni yo, ni prácticamente nadie vivo, tiene realmente la autoridad moral suficiente para decirte a ti qué debes considerar arte y qué no … y mucho menos, para decirte qué te debe gustar y que no …
Si bien es cierto que en gustos se van a romper géneros (y madres), las redes y los medios están llenos de personas que creemos tener los argumentos para calificar un producto de no ser lo suficiente bueno o malo; y muchas de esas personas no suelen ser nada más que gatekeepers que solo buscan privar a otras personas que “van llegando” o son nuevos, de disfrutar la cultura y el entretenimiento.
No obstante, cada quien puede decidir lo que cree que es el arte como tal, y cómo lo define y lo delimita… por mi parte, la visión que yo tengo después de 23 años de intentar hacer algo cercano a lo artístico, es que el arte debe cumplir entre muchas otras características, con cinco puntos:
1) El arte debe emocionar. Debe generarte un sentimiento que te mueva de un estado de sopor, ya sea que dicho sentimiento sea positivo o negativo, de conexión o aversión; pero debe tener la capacidad de “moverte” algo en tu interior; si lo que creas no transmite nada, entonces solo has creado un producto inerte…
2) El arte debe tener una base técnica y una base estética (incluso si su intención sea lo opuesto). Si bien la emoción y los sentidos son esenciales para la creación, existen fundamentos teóricos y técnicos que le darán sustento y argumento a nuestro manifiesto artístico: por muy transgresor que sea tu postulado, hay que conocer las reglas para intentar romperlas.
3) El arte debe ser más grande que los espacios destinados a este. Debe trasmitir los sentimientos sin fronteras; más allá de las salas de conciertos, de los teatros, de las exposiciones y los museos… si fuera de esos muros no se puede identificar como arte, es probable que entonces solo sea un ejercicio onanista y corporativo.
4) El arte siempre debe contagiar y ser liberador. Tanto para todo aquel que lo consuma, como para el propio artista: aun cuando el único fin del porqué alguien hace arte sea aliviar su propia alma y sin mayor pretensión que la inmanencia, debe tener la capacidad de compartir o contagiar sus emociones más allá de su propio ego.
5) … justo de este punto trata este escrito…
Tú que lees esto puedes no estar de acuerdo con los postulados anteriores, pero he intentado que estos sean universales y estén más allá de mis propios prejuicios… tras tantos años, he aprendido a ya no decir “eso no es arte” o “eso es una basura” (al menos eso intento), para dar paso a los políticamente correctos eufemismos de “no lo entiendo”, o “no es para mí”, y de esa manera dejar claro que, el que no me guste una acción artística, no significa que carezca de valor… simplemente que a mí no me transmite lo suficiente.
Una mala relación con el arte contemporáneo
Dentro de esos elementos que “no son para mí”, o que simplemente “no entiendo”, está el arte contemporáneo: de los postulados con los que rijo mi visión artística, el común de los productos que hoy en día invade los espacios de este tipo de arte, no cumple con prácticamente ninguno de ellos: no me emociona, no me transmite nada, encuentro poca técnica y estética, y definitivamente, si lo veo fuera de un museo, no sabría diferenciarlo de una pila de objetos random (por ejemplo, en mi corta, prejuiciosa, limitada o como quieran decirle visión del arte contemporáneo, ponerle etiquetas metalizadas a productos comerciales del Oxxo, es algo que… ejem, “no logro entender”).
Y tal vez ese sesgo (in)consciente es lo que no me permite equilibrar una postura medianamente objetiva sobre la última polémica del arte moderno que acontece en México: el producto que presentó la argentina radicada en México, Ana Gallardo en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC)… poco puedo entender de su manifiesto que, ante mi mirada tal vez anacrónica cultural, no es más que el enésimo caso de “disfrazar tu clasismo como libertad de expresión”, y de “hacer que la cultura y/o el activismo se traten solo de ti” … y cuando una expresión pública tiene estas dos características, es cuando para mí se acaba el debate: no me atrevo a llamarle a eso “Arte”.
Extracto para un [muy] fracasado proyecto
Desde agosto, el MUAC presenta en sus salas la exposición “Tembló acá un delirio”, la cual expone 20 años de obra de la argentina Ana Gallardo, cuya visión intenta colocar “en el centro la herida abierta de la violencia contra las mujeres” [sic].
Sin embargo en su pieza “Extracto para un fracasado proyecto, 2011-2024” la argentina presenta un producto donde evoca “la herida de la violencia a la mujeres” simple y llanamente, ejerciéndola: realiza un postulado que consta de una pared con un enorme texto despectivo cuyo único fin parce ser una crítica a la Casa Xochiquetzal, asociación que maneja un hogar para mujeres de la tercera edad que ejercieron el trabajo sexual y vivían en condición de calle… Gallardo básicamente explica de la manera más explícita y morbosa posible, el trabajo que la directora de la casa, Tatiana Cuevas, le solicitó realizar dentro de esta para que le otorgara los permisos para obtener el material para su obra: cuidar de Estela, una adulta mayor que fue trabajadora sexual y se encontraba muy enferma. La expositora no solo cuenta en su texto a 10 metros cuánto odió la experiencia, sino que utiliza un lenguaje ofensivo y estereotipado hacia el trabajo sexual y hacia la directora para ultrajar con su escrito de la manera más mezquina posible, la cotidianidad de las necesidades médicas e higiénicas de Estela (o de “la vieja puta y enferma”, como literalmente Gallardo se refiere a ella) y de paso, revictimizar a la adulta mayor al grado de hablar de ella como si de un objeto se tratara.
Como si no bastara su texto que grita frustración, asco y odio por quien “se atrevió” a ponerla a cuidar de una adulta mayor (“que hija de puta cómo pudo hacerme eso” [sic], narra la ofendida argentina, sin el menor dejo de sintaxis); además de expresar su clasismo y revictimización hacia una persona de la tercera edad muy enferma, Ana Gallardo grabó, sin permiso de la casa y principalmente sin permiso de Estela, un video clandestino sobre la agonía de la anciana, que sirve como “pieza central” de su producto expuesto.
Como era de esperarse, en el momento en el que la pieza fue expuesta al ojo público, las voces de protesta no se hicieron esperar por parte de la Casa Xochiquetzal y de otras activistas feministas y de rescate del trabajo sexual: no solo la vocera de la primera ha salido a desmentir los dichos sobre las condiciones en el texto melodramático de la argentina, sino que también ha salido a evidenciar la cuasi repulsión de Gallardo por el tiempo que pasó con Estela (que, afirma, fue menos de 60 minutos) y en general, a desmentir toda la difamatoria narrativa de la pieza en oposición a las acciones de la casa hogar.
Al final, el MUAC ha tenido que reconocer su error de curaduría y su insensible selectividad al permitir una pieza llena de violencia; mientras que Ana Gallardo terminó por ofrecer una frívola y ensayada disculpa a “las personas agraviadas”.
Más allá de posturas: El arte narcisista y violentador NO es arte
Y entonces llegamos al último punto de mi muy personal delimitación del arte:
5) El arte no debe valerse de violentar o discriminar para expresarse. Si bien no todo el arte debe ser amable, incluso el arte transgresor, grotesco, agresivo o “violento” debe evidenciar, no fomentar: si se hace alusión al odio o las desigualdades, esta debe ser condenatoria, no una apología; y mucho menos debe ser un recurso para enunciarlo… incluso por sobre los cuatro puntos anteriores: si necesitas pasar sobre los derechos o la dignidad de otras personas para expresar tu arte (o expresarte en general) entonces simplemente no lo sabes hacer…
Pero más allá de esta visión personal, el problema en este caso no solo tiene que ver con si te gusta o no, con que emocione, con que comunique, o incluso con la cuestionable técnica usada sin el más cercano guiño a la teoría del arte:
Incluso, va más allá del hecho hoy incuestionable de que el fracasado proyecto de Gallardo no es nada más que violencia, clasismo y una falta total de respeto hacia la más básica dignidad humana (porque, vamos, alguien que se autoproclama “artista” – con una personalidad ególatra, elitista e ignorante a su realidad social; incapaz de ver más allá de sus propios intereses, intentando darle justificación a su mirada mundana desde su torre de cristal de privilegios; creando productos para que su personal grupúsculo de aduladores igual de frívolos le diga que es una genialidad – no es, desgraciadamente, absolutamente nada fuera de lo común en los círculos rojos de la industria del arte) …
No… el problema está más allá del narcicismo clasista de Ana Gallardo: tan culpables de esta pieza violentadora y de mal gusto, también son el montón de personas que aprobaron esto: la administración de un museo insensible, donde todo un equipo de curaduría que consta de Alfredo Aracil, Violeta Janeiro, Alejandra Labastida y Cuauhtémoc Medina, fue incapaz de ver cómo las expresiones degradantes violentaban a una adulta mayor enferma… también es todo el tiempo que tiene la argentina moviendo esta declaración gerontofóbica, ilegal y revictimizadora (al menos 10 años presentando este escrito por todo lados) y apenas hoy está siendo evidenciada… y, por supuesto, también lo son todas esas personas que siguen la simulación de esta industria y consideran que hay una Pièce de Résistance en la más franca y obvia violación de la intimidad y los derechos, y que ven a quien firma esto como Enfant Terrible cuando solo hay detrás una persona narcisista que escupe su odio detrás de un producto elitista y vacío que le permite etiquetar sus prejuicios y discriminación como “arte”.
…
Cuando estás dispuesto como “artista” a pasar encima de los Derechos Humanos, de la dignidad, del trabajo activista de otras personas y, en extremo, de la legalidad, lo que quieres no es que tu obra hable por ti, sino que tu obra sea pretexto para que se hable DE ti… y eso, no es más que un grito desesperado de llamar la atención.
Al final, si el narcisismo y la discriminación son tu bandera, tu arte simple y sencillamente no tiene valor artístico… no importa en cuántos miles de dólares logres vendérselo a otros narcisistas que tiran el dinero en productos pseudo artísticos con el único fin de demostrar que pueden hacerlo…