El fracking es una técnica de extracción de gas y petróleo mediante la fracturación del suelo a más de mil metros de profundidad, utilizando una combinación de agua a máxima presión combinada con químicos. Su nombre deviene del término «fracturación hidráulica». Este método representa severos riesgos al medio ambiente, no sólo por el uso indiscriminado de altas cantidades de agua, en contradicción con las condiciones de sequía y falta de acceso a agua potable de miles de comunidades; también, por la inyección de sustancias tóxicas que contaminan reservas acuíferas y territoriales, las cuales echan a perder los ecosistemas donde tiene lugar.
Por su carácter nocivo, el expresidente Andrés Manuel López Obrador prohibió el uso del fracking y, antes de que terminara su mandato, envío al Congreso una propuesta de reforma a la Constitución con este propósito; sin embargo, ésta no ha sido aprobada. De tal modo, depende de la voluntad política y de la moral medioambiental del Gobierno de México, practicarlo o no. En principio, la presidenta Claudia Sheinbaum se ha manifestado en contra; pero el Plan Estratégico 2025-2035 de PEMEX la contradice y sí, éste contempla la fracturación hidráulica.
El Gobierno mexicano presentó este plan el 5 de agosto y lo subió a la página web de PEMEX junto con una versión ampliada. A partir de la página 35, un capítulo se titula: «Producción a partir de yacimientos de geología compleja», donde se explica que la Cuenca Tampico-Misantla es propensa a contener «hidrocarburos líquidos» a causa del «tipo de materia orgánica presente en las rocas generadoras». Llama la atención que utilicen esas descripciones cuando están, obviamente, refiriéndose a hidrocarburos como el «shale oil» o «petróleo de esquisito», condensados de gas y gas líquido, los cuales se encuentran atrapados en las piedras llamadas «lutitas», y que se extraen, sí, con el fracking.
Y aunque en el plan se propone la utilización de «agua congénita» (es decir, agua residual de los yacimientos petrolíferos) en vez de agua dulce y utiliza el término «geología compleja» en lugar de referirse a las piedras lutitas, resulta evidente que propone la fracturación hidráulica.

Y, como se expone en el documento, PEMEX pretende extraer gas y petróleo mediante el fracking en la Cuenca Tampico-Misantla, una región que abarca todos los municipios de la región Huasteca de San Luis Potosí; los municipios de la Huasteca veracruzana como Tempoal y Álamo; y también los municipios de la Huasteca hidalguense: Huejutla, Jaltocán y Atlapexco.


De manera que el Plan Estratégico de PEMEX amenaza con el uso de fracking a la región de la Huasteca hidalguense, de mayoría indígena Nahua y Tenek, representando enormes riesgos para la biodiversidad, la cultura y la vida social del sitio.
Esta no sería la primera vez que la región está bajo riesgo a causa de la extracción de gas y de petróleo. Amen de la basta historia de saqueo y esclavitud de la Huasteca Petroleoum Company desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, fue entre los años 2006 y 2008, que la Comisión de Derechos Humanos de las Huastecas y Sierra Oriental advirtió sobre la presencia ilegal de empresas petroleras subrogadas por PEMEX en territorios ejidales, con el objetivo de trazar proyectos de extracción. Las comunidades resistieron y, aunque no detuvieron la instalación de algunos pozos, sí consiguieron detener las obras que se anclaban a la iniciativa de privatización de Petróleos Mexicanos propuesta por Felipe Calderón, que, sobre todo, se enfocaban en la explotación del paleocanal de Chicontepec.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum no ha querido confirmar la utilización de fracking en el plan de PEMEX. Aseguró que están explorando otras técnicas de extracción y enfatizó que faltaría consultar a las comunidades. Pero que nada está dicho. Sin embargo, la mandataria expuso sobre la necesidad de que México erradique su dependencia energética de Estados Unidos y que ese es el objetivo del Plan Estratégico 2025-2035. Porque, en efecto, el país le compra mucho gas a las energéticas de Texas, las cuales, no tienen empacho en utilizar la fracturación hidráulica para extraer los hidrocarburos que le vende a la nación. O sea que, de todos modos, estamos usando gas sacado con la técnica que aquí se pretende evitar. ¿Cuál es la ética política y ambiental en esto?
Cosa compleja. Pero está claro que el Plan Estratégico sí amenaza a las comunidades huastecas. Y quizá por eso, ni la presidenta, ni PEMEX se atreven a llamar al fracking por su nombre y prefieren utilizar términos como «utilización de agua congénita en el proceso de estimulación de pozos» en una «geología compleja». Organizaciones como Greenpeace coinciden en subrayar esta ambigüedad o, de plano, engañifa. Y advierten: «No importa cómo lo llamen, estimulación, recuperación de yacimientos de geología compleja, o lo que se les ocurra en el futuro, ¡prohíban el fracking ya!»