La dirección general de atención a las personas con discapacidad del Gobierno de Hidalgo está dirigida con empeño y talento por Alfonso Hayyim Flores Barrera. Si el nombre parece conocido es porque fue candidato de Morena a la diputación local por la vía plurinominal en las elecciones del 2024, ocupando en lugar número uno por la afirmativa de discapacidad; sin embargo, no obtuvo el escaño por aquello de las matemáticas electorales, sumado a que, en su partido, optaron por no hacer lo suficiente. Y si bien Hidalgo se perdió de un magnífico legislador, ganó a quien, sin duda, es el mejor funcionario de toda la Secretaría del Bienestar estatal. De toda.
Esta dirección general nació en este sexenio, y como toda dependencia que por primera vez atiende a personas históricamente olvidadas, es una instancia que carece de presupuesto, de personal y de infraestructura suficientes. Y, aun así, la chamba sale. Por ejemplo: el segundo Congreso Nacional de Lengua de Señas Mexicana, que tiene sede en Pachuca, gracias las gestiones de Flores Barrera y la oficina que dirige. Un evento que se desarrollará del 28 de septiembre al 3 de octubre con la participación de exponentes de Brasil, Estados Unidos, Panamá y varias entidades de la República mexicana.
Y sólo para entender la trascendencia de este encuentro, para realizarlo se necesitaron cuatro intérpretes quienes trabajaron de forma simultánea en la traducción de los discursos, pasando de Lengua de Señas Mexicanas a portuguesas, de portuguesas a inglesas y de inglesas a panameñas, respectivamente, obligando a las personas que no tienen una discapacidad auditiva a adaptarse al flujo léxico derivado de todas estas traducciones. Es un esfuerzo de comunicación que apenas cabe en la imaginación de especialistas y que, no obstante, es una realidad social y cultural de, al menos, 41 mil personas en Hidalgo que viven con esta condición y que son invisibilizadas más allá de las pantallas de traducción de eventos oficiales. Personas sordas y con discapacidad auditiva entre quienes, además, hay migrantes, LGBTTTIQ+, mujeres que enfrentan violencia, neurodivergentes, sobrevivientes, en fin. Una diversidad dentro de la diversidad; vulnerabilidad dentro de lxs vulnerables.

Por cierto, y para ejemplo de la magnitud comunicativa del evento, Flores Barrera es una persona ciega. ¿Cómo se imagina quien sea que podría comunicarse una persona ciega con una persona sorda que utiliza lengua de señas? ¿Cómo lo haría, al tiempo, con personas extranjeras que hablan otras lenguas? Hay que dedicarle un poco de imaginación y creatividad para tratar de figurarlo. Pues bien, para saberlo, hay que ir a este tipo de eventos. Y si no se sabe (al menos, no lo suficiente), es porque las personas con discapacidad siguen relegadas del interés público. Y si no es así, que se demuestre en el presupuesto y en la voluntad política.