La secretaria general del PRI y suprema dirigente del tricolor hidalguense, Carolina Viggiano Austria, se estaría cansando del totalitarismo de quién aún es su presidente de partido, Alejandro Moreno Cárdenas.
No solo porque «Alito» se quedará, al menos, hasta 2032; sino porque después de él dejará a uno como él, sin darle oportunidad a su secretaria general; nada de prelación, nada de cortesía y tampoco de agradecimiento hacia quien ha sido más que su escudera: su cómplice.
Lo único que tiene Viggiano Austria para sí es el PRI de Hidalgo, cada vez más insignificante. Y aún así, esto no le valdrá a la de Tepehuacán poder imponer (como hasta ahora) todas las candidaturas en el Estado si, hasta la última regiduría del municipio más pequeño, deberá contar con la firma aprobatoria del infame «Alito».
Parece demasiada humillación para quien está acostumbrada a imponer su voluntad. ¿Será por eso (o por algo aún indecible) que Viggiano Austria dejó de aparecer al lado de Alejandro Moreno Cárdenas en sus estridentes conferencias de prensa? Quizás. Aunque si quiere ser de nuevo candidata del PRI a la gubernatura de Hidalgo, deberá pasarse el orgullo con algo dulce.


