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domingo, noviembre 2, 2025

Milei ganó, pero el pulso lo marcó Washington: Una lectura latinoamericana del nuevo escenario argentino

La elección legislativa dejó una escena que no sorprende, pero sí desnuda la anatomía del poder: Milei ganó en las urnas, pero el comando lo tuvo Washington. Los 40.000 millones de dólares prometidos por Donald Trump y su enviado financiero, Scott Bessent, no fueron un gesto de amistad ni de cooperación entre pueblos. Fueron una operación política a cielo abierto, un crédito electoral en cuotas de obediencia.

El 41% del electorado argentino votó creyendo en esa salvación importada. No fue un acto irracional, sino el reflejo de una angustia colectiva. La fe en el dólar reemplazó a la fe en la política. El dinero —o su promesa— se impuso sobre cualquier programa. Pero la victoria no fue de Milei: fue de Trump, de Bessent y de los intereses que ven en la Argentina una caja de experimentos.

Un triunfo de laboratorio

Cada crisis argentina tiene su laboratorio en el norte. Esta vez, el “rescate” anunciado operó como anestesia sobre una economía que ya no resistía el dolor. Lo que se presentó como “ayuda” fue una intervención quirúrgica en la soberanía nacional. No hubo épica libertaria, sino geopolítica de manual.

Y mientras el gobierno celebra el ingreso de dólares virtuales, las condiciones del acuerdo siguen en penumbras. Nadie explica qué se entrega a cambio, qué sectores serán beneficiados, o cuánto de ese dinero terminará otra vez en fuga. Pero la historia reciente —Macri, 2018— ya dio su veredicto: el crédito no salva, condiciona. El préstamo no redime, ata.

En aquel entonces, el FMI —también con Trump detrás— otorgó a Mauricio Macri 54.000 millones de dólares. Fue el mayor préstamo en la historia del organismo. Dos meses después, el experimento se desplomó.

El voto del cansancio

El voto libertario fue el voto de la fatiga. No un cheque en blanco, sino un suspiro colectivo que dijo “probemos con esto”. La mayoría no votó por la motosierra, sino por la ilusión de que alguien arregle el desastre. Milei prometió orden; el pueblo pidió alivio. Pero entre una cosa y la otra media un abismo.

Sin mayorías propias y con un Congreso fragmentado —80 diputados sobre 257, sin quórum propio— su poder real se reduce al ruido. Gobernar será otra historia. La inflación, el desempleo y la deuda siguen ahí, más vivos que nunca. Y la fe que se compra con promesas también se gasta rápido.

El sur también pregunta

Desde México hasta la Patagonia, los pueblos de América Latina miran la escena argentina como un espejo deformado. En todos lados se repite la fórmula: austeridad para los pobres, subsidios para los poderosos, y discursos de “libertad” que esconden dependencia.

Pero la historia enseña que no hay salida posible sin soberanía económica. Cada vez que el poder financiero dicta la política, la democracia se vuelve decorativa. América Latina no necesita un nuevo ciclo de sumisión, sino un proyecto propio. Con industria, ciencia y justicia social, no con planes diseñados en oficinas ajenas.

Balance y horizonte

Frente a este escenario, la tarea de las fuerzas populares no es comentar la derrota, sino organizar la respuesta. Porque mientras Milei festeja los aplausos de Wall Street, el pueblo argentino sigue esperando trabajo, tierra y dignidad.

En ese sentido, dejamos aquí el enlace del balance del Partido Piquetero, conducido por el diputado nacional Juan Marino, donde se analizan los resultados de la elección, los desafíos de la etapa y las líneas de acción para la reconstrucción del campo popular. La política no se mira: se hace.

La historia sigue

Milei ganó una elección, pero todavía no ganó la historia. El poder real —económico, mediático y financiero— se reacomoda; el pueblo, también. Porque si algo enseña este país es que, cuando el experimento fracasa, siempre hay alguien dispuesto a reconstruir desde abajo. 

Y ahí, en esa paciencia que no se rinde, está el verdadero pulso de la Argentina.

Rocío Olguín
Rocío Olguín
Activista de derechos humanos, vicepresidenta de la Federación Nacional Argentina Red de Alto al Trafico y la Trata de Personas. Presidenta de la Asociación Civil Accóon Para el Desarrollo y la Igualdad. Militante del frente La Patria Es El Otro.

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